Cuarta carta a Gonzalo (1994)

Después de estarme callado
el canto por fin me sale
vamos a ver si es que vale
lo que tengo guardado.

Mes de agosto sexto día
noventa y cuatro los años
es mucho -si no me engaño-
el tiempo que no escribía.

Empecé como diez veces
y diez veces me corté
con cada vez que fallé
se me fueron varios meses.

Han pasado tantas cosas
tantas lluvias tantos líos
tantas aguas por el río
tanta abeja por las rosas.

No quiero desordenarme
trato de aclarar ideas
trato de hacer que me leas
tal si pudieras hablarme.

Estoy en un paradero
en el barrio «La Victoria»
escribiéndote la historia
de este viejo aventurero.

Me estoy yendo hasta Pozuzo
-un pueblo que no conoces-
donde se escuchan las voces
de un tirolés en desuso.

Hace más de siglo y medio
-según me lo han informado-
alemanes arriesgados
llegaron hasta esos predios.

Con audacia con empeño
con terquedad y coraje
conquistaron el paisaje
y construyeron sus sueños.

Y a esa tierra de inmigrantes
me voy a buscar la paz
a probar si soy capaz
de creaciones gigantes.

Me voy a la soledad
a revisar mis poemas
en busca de nuevos temas
y una nueva libertad.

Voy a buscar mi camino
voy a forjar mi sendero
voy a ver si este jilguero
sabe lanzar nuevos trinos.

Me voy unas tres semanas
-veremos lo que sucede-
puede que bien como puede
que me quede con las ganas.

Alguna vez te escribí
que quería un nuevo espacio
y poco a poco y despacio
hoy por fin me decidí.

¡Adelante! y que los dioses
me luz a cada paso
que me den sólo un retazo

de lo bello de sus voces…

Oxapampa me recibe
después de catorce horas
tierra hermosa que enamora
al hombre que la describe.

Después de pasar La Oroya
vimos Tarma La Merced
para llegar -oiga Usted-
a descubrir esta joya.

De La Merced para acá
venimos bordeando un río
entre bosques y bohíos
de los que Usted no sabrá.

Gonzalo debe venir
a conocer estas zonas
a estas amables personas
tan llanas a sonreír.

Un territorio apacible
a 2,000 metros de altura
aire limpio gente pura
parece casi imposible.

En diez minutos me voy
hacia Pozuzo y confío
que si no tenemos líos
llegamos la tarde de hoy.

Me dicen que es más hermoso
que parece un Paraíso
un territorio de hechizo
un paisaje fabuloso…

Pero… volvamos un poco
que ya me pongo enredado
que te doy por enterado
de lo que ignoras buen Loco.

Lima sigue imperturbable
igual de sucia y maleada
tierra hermosa desgastada
por cientos de miserables.

La dejaste y no ha cambiado
-si cambió fue para mal-
cementerio y basural
burdel inmenso y mercado.

Estoy enfermo de Lima
de sus calles de su gente
de su suelo maloliente
de sus casas y su clima.

Estoy como envenenado
de mal humor deprimido
estoy asqueado del nido
en el que fui cobijado.

Necesito respirar
necesito nuevos vientos
necesito unos momentos
alejado de mi mar.

Por eso es que estoy viajando
voy en busca de mí mismo
voy con el terco optimismo
de los que viven soñando.

Hace unos días no más
fui a Chimbote y a Trujillo
para probar mi cuchillo
como hace nunca jamás.

A Trujillo fui de paso
como yéndome a Chimbote
-tú comprendes- de rebote
como aprovechando el caso.

Fui a visitar a una amiga
llamada Natividad
chola buena de verdad
sin malicia que se diga.

Un par de días y luego
a un Encuentro de Poetas
para saber de sus tretas
de sus fantasmas y fuegos.

Chimbote -tremendo puerto-
siempre apestando a pescado
moderno oasis labrado
en la mitad del desierto.

Allí -si no te lo he dicho-
con el nombre «Juan Ojeda»
se junto una polvareda
de poetas como bichos.

Ojeda -tengo entendido-
fue un poeta chimbotano
y este puerto muy ufano
este Encuentro le ha ofrecido.

Sexto Encuentro Nacional
y el Primero de Extranjeros
poetas de mil senderos
inundaron el local.

Hubo chilenos y chinos
noruegos y colombianos
yanquis norteamericanos
uruguayos y argentinos.

Gente de tres continentes
hablando de sus oficios
de la magia y artificio
del verso y sus componentes.

En cuanto al «producto interno»
vinieron de todos lados
indios negros acholados
intrascendentes y eternos.

Limeños y provincianos
de la costa y de la sierra
de la selva de esta tierra
tan fecunda de peruanos.

Poco más de tres centenas
de verseros reunidos
trescientos desconocidos
con alegrías y penas.

Yo estuve en la compañía
de mi amigo chimbotano
-hace tiempo del villano
en mis cartas te escribía-.

Es el poeta que estuvo
hace un año en la partida
de mi revista querida
y que al tiempo se detuvo.

¿Recuerdas mi «revistita»?
Ya son quince meses dando
insistiendo y batallando
jalando terco la pita.

Así «…EN BUSCA DE EDITOR»
continúan mis «POETAS…»
¿Te preguntas mi receta..?
Perseverancia y amor.

Quince números lanzados
con el tiraje en aumento
comenzamos con un ciento
ya son un millar botados.

Del tríptico nos pasamos
a dos hojas engrapadas
que en la mitad son dobladas
y de esa forma quedamos.

Algo como un cuadernillo
una pequeña revista
que se lanza a la conquista
de fama lustre y de brillo.

Hay que aumentar el tiraje
-las páginas a editar-
tenemos que publicar
más trabajos y homenajes.

Hay que buscar el auspicio
-la ayuda- de alguna empresa
que no busque Locomeza
ni lucro ni beneficio…

Pero sigo con el rollo
del Encuentro del que hablaba
de tanta charla olvidaba
a papagayos y pollos…

Aunque no quiero hacer mal
es preciso referir
que llegamos para oír
huachafadas a raudal.

Unos viejos atorrantes
se premiaban entre sí
te juro que nunca oí
discursos tan rimbombantes.

«Egregios» «magnos» «geniales»
se decían entre ellos
«resplandecientes destellos»
«epónimos» «inmortales».

Se otorgaban distinciones
y diplomas y medallas
-héroes de mil batallas
con mil condecoraciones-.

Criticaban «lo oficial»
que los tenía olvidados…
viejos torpes amargados
los imitaban… y mal.

Imitaban el boato
de la gente «del cogollo»
y acabaron en el hoyo
con vergüenza para rato.

Por criticar «lo pituco»
terminaron pituqueados
¡pobres tipos mal parados!
jamás hallaron el truco.

Yo tampoco me acomodo
con los idiotas de moda
pero que nadie me joda
ni me revuelque en su lodo.

Qué difícil mantenerse
en la línea prefijada
que difícil la jornada
cuando mil quieren meterse.

Para decir lo que siento
me basta con mi sentir
no tengo que repetir
las palabras del momento.

Por eso no me gustó
la forma en que fue planteado
el Encuentro tan mentado
que Chimbote celebró.

Lo que sí fue interesante
fue escuchar la poesía
que todo el mundo leía
en recitales constantes.

Como trescientos leímos
en cinco días de Encuentro
versos salidos de adentro
que en poemas convertimos.

Fue una bonita experiencia
leer ante tanta gente
compañeros oponentes
todos buscando excelencia.

Conocí a una poetisa
argentina de interior
cordovesa de primor
franca abierta pura y lisa.

Y como toda argentina
monumental y arrogante
creída bella y distante
una joya la cretina.

Fue Patricia Severín
la princesa que te cuento
mi tentación mi tormento
desde el comienzo hasta el fin.

Con sólo verla sabía
que era mejor que las todas
su hermosura está de moda
toditos los santos días.

Llenó tanto mi universo
me gustó tanto mirarla
que por inmortalizarla
una noche le hice un verso.

Un verso a su lozanía
a su arrogante belleza
a su natural grandeza
y a mi pobre cobardía.

Cobardía que al momento
justifico por que había
entre su edad y la mía
un abismo turbulento.

Debe tener treinta tantos
si no tocó los cuarenta
veinticuatro no contenta
a la argentina que canto.

Pero al igual le entregué
el poema mencionado
nunca es tan malo el pecado
cuando se peca con fe.

Se lo entregué tan confiado
esperando conquistar
al gran barco de altamar
en Chimbote recalado.

Ignoro si lo leyó
pero no me dijo nada
sólo me dio una mirada
que no sé lo que intentó…

En fin… pues todo se acaba
me regresé para Lima
con mil ideas encima
y un cansancio que agotaba.

No era el cuerpo sino el alma
lo que tenía cansado
estaba desanimado
sin fortaleza ni calma.

Es por eso que me tienes
en este pueblo perdido
buscando descanso olvido
y el aire que me conviene.

En Lima tengo mi casa
mis amores mi lugar
mis olas mi viejo mar
mi perdón y mi amenaza.

Allá tengo mi pasado
mis rabias y mis rencores
mi distancia mis colores
mi virtud y mi pecado.

Allá tengo lo que fui
mis noches entristecidas
allá se velan las vidas
que entre sonrisas perdí.

Allá tengo a mis amigos
-de los que nada te cuento-
espero un mejor momento
para servir de testigo.

Prometo que en otra carta
te hablaré de «nuestra gente»
hay material excelente
no importa de donde parta.

De Mario de la Marmota
de Gustavito y Santiago
de muchachas y de tragos
de partidos y pelotas.

De nuestro amigo Miguel
de Alberto Néstor y Sapo
de metales y de trapos
de Canario y de Manuel.

Y también de las mujeres
hay mucho para contar
pero debo continuar
y te pido que me esperes…

Ya vendrán mejores vientos
para llevarse mis voces
para que rías y goces
con lo absurdo de mis cuentos.

Cuentos que dicen de vidas
que se viven de verdad
relatos de esta ciudad
de inocencias consumidas.

Como verás me confundo
estoy en la encrucijada
me arrebato en desbandada
y en mis recuerdos me hundo

Ya veremos qué sucede
ya te lo iré refiriendo
en tanto sigo viviendo
en libertad y entre redes.

Tengo proyectos y no
tengo todo y nada tengo
aburrido me entretengo
soy quien soy y no soy yo.

Pero al diablo… mientras tanto
tanteo un poco la vida
con la audacia del suicida
con la constancia del santo.

He dejado en mi ciudad
corregido y terminado
mi primer sueño sagrado
mi más querida ansiedad.

Por fin en la primavera
saldrá a luz la vieja historia
la apasionada memoria
de mi juventud primera.

Se llama «POR ESOS DIAS…»
resumen de mi existencia
mis enredos mis demencias
furias penas y alegrías…

Sesenta composiciones
muchos días de trabajo
gratuitamente a destajo
escogiendo mis pasiones.

De unos seiscientos poemas
dejé la décima parte
¡esto de escoger el arte
es un inmenso problema!

De los libros que tenía
listos para publicar
me puse a seleccionar
lo mejor de lo que había.

Ir matando los instantes
completamente vividos
para que «los entendidos»
no nos reciban pedantes.

Lo que escribí para mí
o para aquellas que amé
pierden en sí su porqué
si olvido lo que sentí.

Hasta que punto es preciso
expurgar en nuestros versos
para darle al universo
un trabajo bien macizo.

Por qué tengo que arrancar
besos que dieron mis labios
para que unos cuantos «sabios»
no me vayan a marcar.

Comprendo que hay que exigirse
hay que dar un poco más
jamás hay que estar en paz
que detenerse es morirse.

Hay que marcar los errores
antes que otros los señalen
no salen versos que salen
entre amigos y favores.

Es verdad que necesito
caer en garras de fieras
para ver si es verdadera
mi capacidad de mito.

Cuando ni el peor cobarde
pueda encontrarme una brecha
se habrá encendido la mecha
de mi fama y de mi alarde…

Mientras tanto… muerdo y callo
y reviso mis anhelos
lanzando bajo mi vuelo
andando de tallo en tallo.

Ya llegarán los momentos
para atravesar los valles
para que nadie me calle
para volar contra el viento.

Así pues como te cuento
voy a parir este hijo
contento con regocijo
de este primer nacimiento.

La madre de mi Mercedes
Doña Gilda de La Torre
fue la hizo que me forre
para que nada me enrede.

Ha cogido el desafío
de sacarme lo mejor
y ha logrado con amor
un gran triunfo entre mis líos.

Horas tras horas se fueron
en tremendas discusiones
buscando en mis tentaciones
de lo mejor que me dieron.

«Que éste cursi» «que éste malo»
«éste adefesio» «éste burdo»
«éste la letra de un zurdo
convertido diestro a palos…»

«Este es tonto» «es infantil»
«éste lo escribe cualquiera»
«cuida bien que tu bandera
no sea como otras mil…»

«No me traigas tonterías…»
«no te me pongas meloso…»
«que tu verso sea un pozo
de agua fresca y melodía…»

«No digas cosas comunes
no hables como todo el mundo
busca al fondo en tu profundo
vocablos limpios e inmunes…»

«Si vas a hablar lo de todos
lo que tantos bien dijeron
recuerda que ellos tuvieron
sus propios tonos y modos…»

«Exige más a tu pluma
destrózate la cabeza
busca la simple belleza
que te aleje de la ruma…»

Y así estuvimos por años
labrando roca por roca
y ya creo que me toca
sublevarme del rebaño.

Como viento como arena
como el mar hemos pulido
cada verso que ha nacido
entre amores y entre penas.

Palabra sobre palabra
hemos buscado lo bello
no importa sólo el destello
porque lo eterno se labra.

Así rompimos mil hojas
con inclemente ternura
versos para la basura
que nadie me los recoja.

Por fin dijimos: «Final»
y lo dejamos ahí
porque también aprendí
que lo perfecto está mal.

No sé cuál fue la persona
que confesó lealmente
que un libro sencillamente
no se acaba se abandona.

Así pues abandonamos
a fin de julio el empeño
ya están cortados los leños
veremos lo que incendiamos.

Antes de partir de viaje
dejé todo concluido
el costurero ha medido
y ya estará haciendo el traje.

Todo ha quedado encargado
y hasta carátula habrá
antes de venir acá
varias fotos me han tomado.

Queda ver lo me trae
el librito mencionado
el gorrión más entonado
a veces también se cae.

Siempre fueron mis dos temas
la soledad y el amor
veremos si soy mejor
que mis mejores problemas.

Allí transitan mujeres
de las que más he querido
de las que nadie ha sabido
de mis ocultos placeres.

Ya tendrás entre tus manos
el trabajo que te digo
tú sabes querido amigo
que no estamos tan lejanos…

Y volviendo donde estaba
antes de perderme hablando
aquí te sigo contando
del descanso que buscaba.

Hastiado de la ciudad
-como te había contado-
a los bosques he llegado
buscándome la verdad.

Así llegué hasta Pozuzo
y desde aquí es que te escribo
te contaré cómo vivo
como sigo siendo intruso.

Yo siempre he estado alejado
aún estando entre los míos
siempre se fueron mis ríos
bien lejos de los poblados.

Por lo menos no me engaño
aquí sí soy diferente
caminando entre esta gente
extraño entre los extraños.

El sitio es encantador
enclavado en las montañas
tiene casas y cabañas
olor a campo y color.

Es único y singular
nacido de la aventura
de la valiente locura
de quien se atreve a luchar.

De lo poco que he escuchado
voy a empezarte a contar
hoy te voy a presentar
un territorio soñado:

Entre cerros escondido
en parajes increíbles
difuso casi invisible
existe un pueblo perdido.

Un pueblo de campesinos
prusianos y tiroleses
que viven criando reses
por montañas y caminos.

Rodeados de cerros verdes
dominan su geografía
paseando en la Amazonía
donde cualquiera se pierde.

Vinieron desde muy lejos
atravesando el oceano
tiroleses y prusianos
muchachos hombres y viejos.

Abandonaron su tierra
en el siglo diecinueve
y de aquí nadie los mueve
ni la coca ni la guerra.

Eran tiempos de pobreza
de angustia y desesperanza
tiempos de poca confianza
y de excesiva tristeza.

La máquina desplazó
a todos los labradores
que perdieron sus labores
cuando el problema empezó.

Las fábricas que nacían
necesitaban obreros
y los pobres jornaleros
de los campos se partían.

Los obreros mal pagados
aumentaron la miseria
se terminaron las ferias
y murieron los poblados.

Mucha tierra en pocas manos
malvados terratenientes
campesinos indigentes
capitalistas villanos.

El pueblo que no tenía
y el rico que le sobraba
ya la cosa comenzaba
con olor a porquería.

Los pobres fueron de aumento
en los Alpes tiroleses
y las leyes y los jueces
trajeron más descontento.

Un decreto les prohibía
enlazarse en casamiento
a los que en ese momento
no tuvieran nombradía.

Tierras títulos o bienes
eran de necesidad
para probar la bondad
y la alcurnia de los genes.

Es decir que quien tenía
sí podía engendrar hijos
y el pobre sin rumbo fijo
simplemente… no podía.

Sólo casaban aquellos
que tenían propiedades
estudios o dignidades
muchas monedas y sellos.

Así con tanta injusticia
la cosa se puso fea
y difícil dar pelea
tan rodeado de inmundicia.

Hasta que como un milagro
llegó la buena noticia
«…lejos de oro y avaricia
sí que hay tierras para el agro.»

«Allende la mar oceano
hay tierras maravillosas
donde florecen las cosas
con sólo poner la mano…»

«Lejos de tantos abusos
y de las leyes tiranas
labraremos el mañana
en las tierras de Pozuzo…»

La señora Ana María
de los Egg del gran Tirol
hizo las veces del sol
que les trajo el nuevo día.

Y a pesar de los perdidos
que se niegan a creer
un grupo quiso saber
las bondades de ese nido.

Así trescientas personas
de esas tierras europeas
se fueron de sus aldeas
en busca del Amazonas.

Prusianos y tiroleses
(en relación uno a dos)
se encomendaron a Dios
a las aguas y a los peces.

El mismo día del viaje
fueron veintitrés parejas
las que sin leyes ni rejas
unieron sus embalajes.

Las casó el cura José
-también Egg como María-
que fue el padre y fue la guía
que fue el rumbo y el por qué.

José Egg fue el encargado
de conducir a esa gente
de la Europa indiferente
al Pozuzo imaginado.

«El Norton» fue su velero
allí nació la aventura
mezcla de sueño y locura
de terquedad y de esmero.

Hubo también un «Barón»
Kuno Damian de Holzhausen
que permitió que viajasen
con algo más que ilusión.

Era el año cinco siete
del siglo que se pasó
el año en que gobernó
Echenique -un alcahuete-.

Muy famoso en nuestra historia
como conspicuo empresario
por hacerse millonario
con mucho lodo y sin gloria.

Dicen que el oro del guano
de nuestras islas queridas
convirtieron de por vida
rico a nuestro gran peruano.

Lo que es cierto es que Castilla
acabó dándole tanda
y el mal tipo con su banda
fue sacado de su silla.

Pero sigamos la trama
de estos fieros inmigrantes
que sin caretas ni guantes
le dieron vida a un gran drama.

El mencionado «Barón»
firmó con nuestro Echenique
un convenio porque explique
lo bello de esta región.

Por el bendito convenio
vendrían cien mil colonos
serían sangre de abono
para futuros milenios.

Vendrían a Tarapoto
con todas sus pertenencias
con derecho a residencia
pero sin derecho a voto.

Estaba todo arreglado
cuando en eso de repente
Castilla sencillamente
se sublevó arrebatado.

Hizo su revolución
dio sus famosos decretos
dejó cientos de esqueletos
y trajo su solución.

Puso en orden los papeles
los convenios y tratados
le dio fuerzas al Estado
reverdeció sus laureles.

Y entre todo lo cambiante
-en medio del arrebato-
se firmó un nuevo contrato
con los «gringos» inmigrantes.

Se pactaron los aportes
que el Estado prometía
y se pactó que se haría
un camino sin recortes.

La carretera que uniera
Cerro de Pasco y Pozuzo
que sirviera para el uso
de la gente que viniera.

Como se da por supuesto
nunca se hizo ese camino
tomó por otro destino
la plata del presupuesto.

(Vale la pena decir
que siglo y medio después
aún no existe a nuestros pies
la carretera a seguir.)

Lo cierto fue que en tres meses
hasta el Callao arribaron
y los pobres se encontraron
con más líos y más jueces.

«No hay camino» «no hay dinero»
«no hay nada de lo ofrecido»
«el Barón nos ha mentido»
«Castilla es un embustero».

Todo se iba por la senda
de los sueños destrozados
la ilusión se había quedado
como una triste leyenda.

Para empeorar sus males
los trataron como a bichos
el Gobierno y sus caprichos
los aisló como a animales.

El «Inca» nave guanera
hasta Huacho los condujo
y la vida se redujo
a cuarentena y espera.

Después llegaron caballos
y las mulas suficientes
para que esa pobre gente
siguiera el rumbo del rayo.

Se internaron en los Andes
en lo inmenso de la puna
enfermedades y hambruna
trajeron penas muy grandes.

Quien conoce los parajes
de la altura de la Sierra
sabe que viven en guerra
el clima con el paisaje.

El frío cala los huesos
mata animales y plantas
todo sufre y se quebranta
el más fuerte queda «tieso».

La roca del Ande es dura
el pico se quiebra en ella
la sierra es una doncella
de impenetrable armadura.

Así pasaron semanas
de andar por tierras inciertas
y por la puna desierta
de nuestra tierra peruana.

Muchos se fueron cansando
y recelaron el paso
vencidos por el fracaso
allí se fueron quedando.

En cada pueblo que había
alguno se desertaba
y entre los indios quedaba
con las cosas que traía.

Otros se desbarrancaron
murieron entre las piedras
y entre sus dedos las hiedras
nuevo terreno encontraron.

Así llegaron algunos
a ver las zonas boscosas
tierra virgen bulliciosa
de la que hablaba el tal Kuno.

Vieron que sí eran verdad
los verdes montes y el cielo
y renovado el anhelo
siguieron con ansiedad.

Cruzar los montes peruanos
es poco más que una hazaña
hay serpientes y alimañas
hay arañas y pantanos.

Si la sierra es peligrosa
la selva es casi un infierno
calor pegajoso eterno
lluvia caliente y melosa.

A cada paso el veneno
del animal amenaza
cientos de fieras de caza
inundan esos terrenos.

Si no es la fiera es el trueno
y el relámpago y el rayo
árboles de inmenso tallo
se han quemado sobre el cieno.

Con todo siguió el camino
la valiente caravana
de gente ruda alemana
con más orgullo que tino.

Avalanchas y tormentas
rendidos y desertores
fiebres muertes y dolores
vencieron a ciento treinta.

Pero anduvieron los otros
con paso firme y constante
y siguieron adelante
hasta Pozuzo en sus potros.

Ciento setenta valientes
orgullosos de ellos mismos
atravesaron abismos
con la esperanza de puente.

Era junio veinticinco
del año cincuenta nueve
-nada importa cuanto llueve
lo que importa es el ahínco-.

Y así en veinticuatro meses
de laberintos y pruebas
se les dio la tierra nueva
para cultivos y reses.

No habían casas ni cosas
no había nada de nada
sólo una tierra sagrada
entre montañas rocosas.

En mitad de lo imposible
una tierra bendecida
donde todo cobra vida
de una manera increíble.

Poco a poco se asentaron
y dividieron el valle
cuidaron cada detalle
y la tierra cultivaron.

Es un valle largo estrecho
atravesado en un río
ancho fiero bravo y frío
con el azul como techo.

La entrada se le asignó
a los colonos prusianos
desde allí por esos llanos
«La Prusia» se le llamó.

Más metidos hacia adentro
los tiroleses quedaron
y desde allí le llamaron
a aquellas tierras «El Centro».

Y así comenzó la historia
de construir la ciudad
sin ayuda de verdad
con mucho empeño y más gloria.

Fue duro fue trabajoso
costó ilusiones y vidas
y mucha gente perdidas
entre serpientes y osos.

Y los olvidó el Gobierno
y los olvidó el Estado
el grupo fue abandonado
y borrado del cuaderno.

Fue cuestión de hacerse fuertes
de insistir en la insistencia
fue cuestión de persistencia
de echarle vida a la muerte.

El Padre José fue el hombre
que dirigió tal empresa
con entusiasmo y nobleza
para que nadie se ensombre.

Fue la luz en las tinieblas
fue el porqué en la indecisión
fue el aplomo la pasión
y fue el camino en la niebla.

Gracias a él no cejaron
gracias a él no cedieron
gracias a él insistieron
y en Pozuzo se quedaron.

Todos admiran su gesto
su magnífica entereza
su amor y su gentileza
sin ser distinto que el resto.

Era igual al campesino
trabajaba como todos
buscaba siempre los modos
de darle vuelta al destino.

Y así pasaron los años
apartados confundidos
en la selva y sus latidos
lejos de propios y extraños.

Conservaron sus costumbres
sus maneras de vivir
y se quisieron sentir
como viviendo en sus cumbres.

Durante muchos decenios
fueron ellos nada más
viviendo solos y en paz
sin gobernantes ni genios.

Sin nadie que les dijera
lo que tenían que hacer
felices sin conocer
lo que pasaba «allá afuera».

Más de cien años cautivos
en su región natural
lejos del bien y del mal
y completamente vivos.

En este siglo recién
allá en los años setenta
la dinamita se enfrenta
a la selva y su desdén.

Así es que un siglo después
el Estado pretendía
abrir la selva en un día
y con demora en un mes.

Y aprendieron que el orgullo
de la gran tecnología
en la selva no servía
y era menos que un murmullo.

Meses costaron de empeño
para lograr una trocha
bajo el calor que sancocha
y entre millones de leños.

Después de mucho talar
un sendero consiguieron
y los puentes se tendieron
y así pudieron llegar.

Con el camino la gente
las motos y los turistas
los vagos los artistas
los hoteles y el gerente.

Los vicios y los problemas
y mil nuevas inquietudes
la máquina y sus virtudes
y sus cuadrados esquemas.

La «civilización» se interna
en los bosques y en las casas
y poco a poco amenaza
con volverse quien gobierna.

Yo los puentes los tumbara
los caminos destruyera
por salvar la primavera
en el «atraso» quedara.

Pero es cuestión de Pozuzo
ellos sabrán lo que hacer
yo me tengo que volver
a mi ciudad y a mis usos.

Yo vine de peregrino
a buscar algo de paz
pero ya sé que jamás
encontraré mi camino.

Tu sabes mi buen Gonzalo
que andaremos sin parar
nunca podremos llegar
no sé si es bueno o si es malo.

Con todo seguir andando
como hicieron los colonos
con la confianza de abono
insistiendo y avanzando.

Sonriendo en la miseria
carcajeando en la agonía
agotando cada día
como el último en la feria.

Burlándonos de la pena
riéndonos del agravio
con la grandeza del sabio
que ni siente las cadenas.

Por eso sigue tu paso
sigue tu inmensa locura
sigue tu sana frescura
aun en medio del fracaso.

Ya pronto sabrás de mí
y de todos los amigos
te serviré de testigo
te contaré lo que vi.

Cuando la melancolía
te gane siempre recuerda
que cuando todo lo pierdas
te queda
PEPE MEJIA.