Lima -octubre veintitrés-
del año noventa y cinco
se nos escapa de un brinco
lo morado de este mes.
El «Señor de los Milagros»
hizo que al fin te escribiera
en esta gris primavera
de días tristes y magros.
La «Quinta» se me quedó
inconclusa en el cuaderno
llegó el frío del invierno
y el tiempo se me pasó.
A ver si ahora termino
con esta «Sexta» aventura
si nos da nuestra locura
para andar este camino.
Te escribo desde un café
al lado de un gran amigo
cómplice fiel y testigo
de mis versos y mi fe.
Él es Renato Cisneros
y estudia Filosofía
y con él la poesía
irá por buenos senderos.
Si no equivoca la ruta
si no lo pierde el oleaje
esta flor en el paisaje
habrá de ser dulce fruta.
Tiene entusiasmo y madera
tiene fuerza en la palabra
es terco como una cabra
y valiente como fiera.
Si no rinde su energía
si no entrega su coraje
será digno de homenaje
y de la fama algún día.
Pero ese es problema suyo
el mío es seguir contando
de lo que vamos dejando
entre sombras y murmullos.
Los veintiséis ya cumpliste
en este mes y ya estamos
cogiendo lo que sembramos
salvando lo que resiste.
Los años están de fuga
ya nos tratan de «señores»
se marcan en nuestras flores
nuestras primeras arrugas.
No sé nada de tus días
de tu amor de tu trabajo
de tus penas a destajo
de tu increíble alegría.
De tu risa bufonesca
que fulmina «circunspectos»
que retuerce a los «perfectos»
por natural y por fresca.
Esa frescura infinita
que me devuelve el sentido
cuando se incendia mi nido
cuando mi cólera grita.
Ese loco desparpajo
de los que van por la vida
con la mirada encendida
sin ver nunca para abajo.
Esa fuerza y rebeldía
esas ganas de ganar
ese empeñarse en soñar
esa inmensa fantasía.
Mi querido Locomeza
se me va haciendo costumbre
escribir en el derrumbe
entre ausencias y tristezas.
Hace años te escribí
de las angustias de Mario.
La muerte en su abecedario
al fin se acordó de mí.
Cuando Lucho se murió
Mario me tuvo a su lado
y Mario me ha acompañado
cuando mi padre partió.
Era domingo era once
eran las tres de la tarde
cuando la muerte cobarde
dio un manotazo de bronce.
En junio llegó el invierno
en junio llegó la muerte
en junio de un golpe fuerte
mi padre se volvió eterno.
Estábamos almorzando
mi madre y sus cuatro hijos
cuando un estruendo nos dijo
que algo malo iba pasando.
Un golpe seco en el techo
un mal presagio en el alma
algo nos quitó la calma
y nos apretó en el pecho.
Subimos a la carrera
papá no estaba en su cuarto
cuando se tiene un infarto
ni avisa ni nos espera.
Estaba de largo a largo
sobre las frías locetas
como dándoles secretas
órdenes para un encargo.
En el baño de la casa
tumbado de un manotazo
todo quieto entre mis brazos
sin quejas sin amenazas…
Lo demás… Te lo imaginas…
La muerte con sus horrores
con sus pálidos colores
con sus penas asesinas.
Me pregunto todavía
qué es lo que habrá visto el viejo
reflejado en el espejo
al momento que moría.
Habrá pensado en mi madre
en sus hijos en su vida
en sus inmensas heridas
y en su orgullo de ser padre.
Habrá pensado ese instante
que la muerte no es tan fuerte
porque no mata la muerte
la herencia de los gigantes.
Habrá querido decir
blasfemias o palabrotas
para cambiar la derrota
en algo para reír.
Se fue solo -como vino-
sin lamentos sin reclamos
sin velorios y sin ramos
sin recular su camino.
Él que era chispa dio al fuego
el cuerpo que le quedaba
él que era volcán y lava
cumplió las reglas del juego.
Yo lo cargué cuando muerto
yo fui a la morgue con él
yo fui jinete y corcel
que lo llevó hasta buen puerto.
Como él despidió al abuelo
yo cumplí con despedirlo
nadie tuvo que pedirlo
todos sabían su anhelo.
Él era del mar y el viento
y al viento lo devolví
y a las olas se lo di
y con él se fue mi aliento.
Se fue a viajar por el mundo
y me ha dejado partido
con su ausencia se ha perdido
lo que soy en lo profundo.
Con él se fue mi cariño
mis ilusiones tempranas
se fueron -Loco- mis ganas
mis canciones y mi niño.
Nunca más podrá mi risa
reírse de igual manera
hoy río como cualquiera
sin entusiasmo ni prisa.
Con él se me fueron muchas
de mis causas invencibles
sin él ya son inservibles
las razones de mi lucha.
Si el viejo que fue un gran hombre
se murió sólo de muerte
cuál pudiera ser la suerte
de nosotros los sin nombre.
Que nos queda a los pequeños
que no tenemos sus bríos
que no tenemos los ríos
colosales de sus sueños.
Si sigo es porque lo pide
la sangre que me recorre
no hay tristeza que me borre
ni promesa que me olvide.
Soy su mano soy su mente
soy todo lo que me pida
si quiere soy las dos vidas
con que soñó eternamente.
Soy la vida del abuelo
la de mi padre también
yo soy para los que ven
tres cóndores en un vuelo.
Hoy resumo en mi existencia
tres vidas tres esperanzas
una indestructible alianza
de juventud y experiencia.
La muerte no puede nada
cuando la vida se empeña
cuando la sangre desdeña
la furia de su mirada.
Cuando la vida se emperra
se enterca y sigue su paso
cuando vibran al ocaso
nuevos tambores de guerra.
Cuando no pierde vigencia
la vida que se vivió
cuando el que se fue dejó
el orgullo de la herencia.
Por eso que brille el día
y canten aves y fuentes
porque siguen en el puente
combatiendo los Mejía…
Qué es inútil la batalla
qué es absurdo resistir
qué igual vamos a morir
siendo santos o canallas.
Qué nada vale la pena
ni la angustia ni el esfuerzo
qué en el inmenso universo
la vida es una condena.
Qué triunfan los miserables
y destacan los traidores
qué brillan los impostores
las monedas y los sables.
Qué la gloria es de los brutos
y de los torpes la fama
qué al término de este drama
no habrán ni flores ni frutos.
Qué gobiernan los bandidos
qué se enriquecen ladrones
qué hay basura por montones
qué -en fin- estamos perdidos.
Ni lo sé ni me interesa
yo lucho por lo que creo
y busco cuando peleo
la virtud y la belleza.
Me enseñaron desde chico
a no bajar la cabeza
ni a poder ni a realeza
ni al más fuerte ni al más rico.
A tratar a todo el mundo
con la misma dignidad
a defender la amistad
de lo vulgar de lo inmundo.
A vivir en la verdad
a arriesgar todo por ella
a buscar en cada estrella
la luz y la eternidad.
Me enseñaron a encarar
la muerte con valentía
a ser José Luis Mejía
a resistir y avanzar…
Y si aún no te he aburrido
mi querido Locomeza
te contará mi cabeza
de las cosas que he vivido.
Te hablaré de mis amores
de mis dudas y proyectos
de mis profundos afectos
de mis rabias y temores.
Y si alcanza tu paciencia
te hablaré de los amigos
como el eterno testigo
de sus grandes experiencias.
En este año he podido
conocer a mucha gente
algunos inteligentes
y los muchos presumidos.
He conocido poetas
de toda categoría
maestros de gran valía
y falsísimos profetas.
En realidad en dos años
-en este y el anterior-
ha logrado un servidor
conocer a mil extraños.
¿Te acuerdas que te conté
del «Encuentro» de Chimbote?
Pues bien me subí en el bote
y en la «Casa» me colé.
Resulta que me llamaron
para hacerme «Dirigente»
será que entre tanta gente
soy el más tonto que hallaron.
Esta «Casa del Poeta»
que organiza estos «Encuentros»
no tiene lugar ni centro
ni dirección ni carpetas.
Existe por una Ley
-de esas miles que tenemos-
y por esa ley podemos
juntar esta inmensa grey.
Porque somos un país
con poetas por millares
todos se sienten juglares
pero ninguno aprendiz.
Todos -con sus excepciones-
engreídos y pedantes
¡pobres tipos atorrantes!
montón entre los montones…
Pero quedan unos cuantos
que sí valen el esfuerzo
que labran en cada verso
la redención de esos tantos.
Por ellos vale la pena
soportar a los idiotas
por cada mil palabrotas
una gran palabra suena.
Así que me convidaron
a ser parte del asunto
y hasta ahora me pregunto
qué es lo que en verdad buscaron.
Ellos supieron de mí
por mi querida revista
siempre alerta siempre lista
siempre segura de sí.
Mis «Poetas…» ya pasaban
veinte números seguidos
cuando escuché los cumplidos
que al teléfono me daban.
José Vargas -Presidente
de la Casa del Poeta-
me convocó a una secreta
reunión de grado urgente.
En el cruce de Arequipa
y el «by pass» de Javier Prado
allí es que fui convocado
y allí es que fui con mis tripas.
Allí llegó Pepe Vargas
y me invitó una gaseosa
y habló de forma graciosa
dos horas bastante largas.
Me dijo que conocía
mi trabajo y le gustaba
y así me felicitaba
por publicar poesía.
Dijo que necesitaba
alguien con mis emociones
para las publicaciones
que la «Casa» reclamaba.
Me ofreció ser directivo
sin mayores condiciones
que al año cuatro ediciones
de un boletín efectivo.
Acepté pero diciendo
que el tiempo no me sobraba
que el compromiso llegaba
a donde estaba pidiendo.
Y así tomé juramento
de «Director Nacional
de Publicaciones» tal
lo que dice el documento.
Y di a luz tres ediciones
del Boletín Oficial
y creo que no anda mal
según escucho opiniones.
Lo cierto es que me metí
dentro de esta «pachamanca»
saltando de tranca en tranca
creo que sobreviví.
Ellos ganan porque nada
les cuesta lo que publico
yo gano porque me ubico
dentro de la barricada.
Así por mutuo interés
nos mantenemos unidos
siempre es bueno que los ruidos
se mantengan cada mes.
Pues si no ni te mencionan
los periódicos mezquinos
hay que andar dándoles trinos
porque si no te arrinconan.
Y en la «Casa» -hay que decirlo-
hay gente que sí trabaja
que sí se esfuerza y se raja
que escribe para vivirlo.
Por ellos vale la pena
que me meta en este lío
si de algo sirve mi río
¡buena hora enhorabuena!
Y así pues organizamos
otro «Encuentro» de poetas
en las arenas discretas
de Ica lo realizamos.
Hay muchísimo que hablar
pero no voy a aburrirte
sólo tengo que decirte
que pocos saben de dar.
La mayoría se siente
con derecho a recibir
a reclamar y pedir
y a quejarse amargamente.
He aprendido una vez más
que cuanto más poca cosa
la rata ensancha orgullosa
el pecho ante los demás.
Y también he comprendido
que el artista verdadero
es humilde y es sincero
y veraz y es comedido.
Con todo en el mes de octubre
hemos visto reunidos
a cuatrocientos perdidos
y que el «Encuentro» descubre.
Por no entrar en pequeñeces
termino con el asunto
con esta frase que apunto:
«mucho ruido y pocas nueces…»
Pero a pesar de esas cosas
te cuento que he conocido
gente que me ha convencido
de la bondad de las rosas.
He conocido escritores
de muchísimos países
que con distintas raíces
dan flor de iguales colores.
Pero como el tiempo apremia
te voy a contar de dos
que comprendieron mi voz
y que curaron mi anemia.
De la central Guatemala
he conocido una amigo
que ha sido aliento y abrigo
en tanta jornada mala.
La Universidad de Lima.
Junio del año pasado.
Un «Encuentro» preparado
con gran pompa y en gran clima.
Ellos tienen presupuesto
para hacer grandes funciones
y nos trajeron legiones
de poetas de gran puesto.
Gente de primer nivel
traídos de todas partes
para alimentar con arte
nuestro limeño «Babel».
Yo -como tú supondrás-
no asistí como invitado
fui «Asistente» que ha pagado
por diploma y algo más.
Sólo fueron convocados
los poetas de «renombre»
por eso que no te asombre
que mi nombre fue olvidado.
No es que crea que no valga
quienes lo creen son ellos
entre títulos y sellos
es difícil que yo salga.
Hay un grupo «de primera»
-según ellos mismos creen-
a nosotros ni nos leen
y nos tienen en espera.
Ese es también un motivo
-y me desvío un momento-
por lo cual mi sentimiento
en la «Casa» sí está vivo.
Allí están los «segundones»
que no salen en los diarios
que ignoran los diccionarios
los premios y galardones.
Allí están los olvidados
por el arte oficialista
que los saca de sus listas
y los mantiene apartados.
Por eso es que estoy con ellos
por su inalcanzable gloria
por su inescribible historia
por sus hermosos destellos.
Ellos son los verdaderos
los poetas de la calle
los que saben al detalle
del hombre y de sus senderos.
Pero -volviendo al asunto-
fui al «Encuentro» mencionado
vi pasar por el estrado
personas de muchos puntos.
Y entre tantos y entre todos
uno estaba más lejano
más poeta más humano
más lodo de nuestro lodo.
Gustavo Adolfo es su nombre
y Wyld todo su apellido
y al conocerlo he podido
comprobar que es un gran hombre.
Intercambiamos saludos
y le di mis poesías
y él mismo al siguiente día
me dio su libro y sus nudos.
Es decir me dio un espacio
un lugar a mis preguntas
que salían todas juntas
más rápido que despacio.
Y él con inmensa paciencia
generoso y comprensivo
me dio todos los motivos
de sus versos y su esencia.
Y allí terminó el «Encuentro»
y juramos escribirnos
y así pudimos decirnos
lo que sentimos adentro.
Nunca más le vi la cara
pero el alma se la vi
cada vez que recibí
las cartas que me enviara.
Hace unos días no más
-tras varios meses de ausencia-
me llegó correspondencia
llena de calma y de paz.
Allá en su tierra ha podido
hacerse un nombre y lugar
y le van a publicar
todo lo que ha producido.
Sus poesías completas
pronto serán editadas
y así verá realizada
su carrera de poeta.
Al otro gran compañero
lo conocía por carta
pero dios quiso que parta
el buen Pedro a nuestros fueros.
Y es que se vino al Perú
para el «Encuentro» de Ica
y el viajecito se explica
por el diablo y el gurú.
Su nombre es Pedro Mardones
como poeta un gigante
y como humano un diamante
lleno de sangre y pasiones.
Él vive en Villa Alemana
que queda en Valparaíso
playas arenas hechizo
valles iglesias campanas.
Él se vino a la cabeza
de la gran delegación
que Chile en esta ocasión
mandó por mostrar sus piezas.
Y por no hacerla más larga
voy al punto que interesa
siéntate bien a la mesa
que -Meza- voy a la carga.
Sucedió que al buen Mardones
le aconteció un accidente
y de espaldas -de repente-
Pedro se fue a trompicones.
Resulta que al auditorio
le rociaron kerosene
y así en nombre de la higiene
casi acaba en velatorio.
Con sesenta y tantos años
ya te imaginas -amigo-
que es verdad lo que te digo
de sus golpes y sus daños.
Lo llevamos en camilla
echado y en ambulancia
a un hospital a distancia
de más a menos dos millas.
Llegamos lo revisaron
no tenía roto nada
sólo en la espalda golpeada
moretones le encontraron.
Con todo estaba sentido
con dolor por todos lados
los músculos maltratados
todo el cuerpo adolorido.
Así que le recetaron
inyecciones de calmantes
y a partir de aquel instante
mucho reposo ordenaron.
Y es así que lo llevamos
al hotel que lo alojaba
y como allí se quedaba
allí dos más nos quedamos.
La tercera en la colada
era mujer -por supuesto-
cuento largo cuyo resto
dejamos en reservada.
Sólo te digo su nombre
se llamaba Marisol
chilena -fuego y crisol-
y un reto para los hombres.
Así comenzó la cosa
y risas y entre bromas
se sintieron los aromas
de una amistad generosa.
Es que pasamos tres días
casi -casi- conviviendo
conversando compartiendo
historias y poesías.
Además para el regreso
regresamos los tres juntos
discutiendo los asuntos
del «Encuentro» o del «Congreso».
Y llegados hasta Lima
alojé a Pedro en mi casa
y conversando se pasa
a otras tierras y otros climas.
Te juro -querido amigo-
que en cuatro días logramos
una amistad que esperamos
sea cabaña y abrigo.
Tú sabes -igual que yo-
que basta con un momento
para ver si un sentimiento
es verdad o se soñó.
Y así con Pedro he encontrado
a un amigo y consejero
a un cómplice y compañero
a un hermano y un aliado.
Y tanto lo he conocido
que siento que me han mandado
un padre como prestado
hoy que mi padre ha partido.
Nunca cambiaría al mío
sólo te digo -Gonzalo-
que Pedro es un gran regalo
de la vida y de sus ríos.
Los dioses de mi niñez
no me olvidan por completo
y cayendo me sujeto
a la esperanza otra vez.
Y así prosigo el camino
y andando llego más lejos
y aunque estoy algo más viejo
es más sabroso mi vino.
Tengo planes -ilusiones-
tengo ideas -perspectivas-
tengo un alma que está viva
tengo voces y canciones.
No sé si llegué a contar
que soy de nuevo estudiante
que estoy en estos instantes
mostrando qué puedo dar.
Estoy acabando el año
primero de Maestría
el noventa y seis podría
apartarme del rebaño.
«Máster en Literatura»
seré si el noventa y siete
mi tesis va como «cuete»
y alcanza excelente altura.
Sigo dictando mis clases
en una sola academia
ya se me fue la epidemia
de dictar en muchas bases.
Y dicto en la «Facultad
Civil de Teología»…
Curso: Metodología.
Método: Sinceridad.
Si renuevan mi contrato
dictaré el noventa y seis
si no Loco me veréis
sin empleo por un rato.
Igual sigo trabajando
en mis tardes productivas
en la gran «Cooperativa
El Carmen» que va aguantando.
Muchísimas ya quebraron
pero nuestra Institución
figura como lección
de las que sí se salvaron.
¿El secreto? No hay secreto.
Es Rosaura y su honradez
mujer terca y sin revés
tiene todo mi respeto.
Es mi amiga a su manera
tiene de madre y hermana
de Gerente y de tirana
de suegra y de consejera.
Ella me soporta todo
mi carácter mis poemas
mis furias y mis problemas
mis virtudes y mi lodo.
Ella es casi mi mecenas
-el trabajo es muy calmado-
y me tiene bien pagado
y yo me dedico apenas.
Siempre se queja de mí
me dice vago y ocioso
y yo respondo orgulloso:
«qué sería yo sin ti…»
Y así transcurren mis días
«travagando» y estudiando
escribiendo y enseñando
armando mis poesías.
Tengo casi concluidos
dos libros -eterna historia-
no me llenarán de gloria
pero me son muy queridos.
Ya no te propongo fechas
pero voy a publicarlos
¡te juro voy a sacarlos!
por entre baches y brechas.
Sigo haciendo mi revista
sigo conociendo gente
sigo viviendo el presente
con el arma siempre lista.
Sigo creyendo en el mundo
sigo confiando en los niños
sigo buscando cariños
que duren más de un segundo.
Sigo viendo a mis amigos
a nuestros viejos muchachos
y sigo siendo ¡caracho!
de sus vidas el testigo.
Mario siempre el más querido
se encontró a una compañera
y así su «vida soltera»
hoy es «vida en compartido».
¿Te acuerdas cuando viniste
de la oficina de Mario?
¿del proyecto extraordinario
que aquí en su cochera viste?
¿Te acuerdas de una Liliana
-de una rubia chiquitita-
a quien fregamos la pita
esa vez de buena gana?
¿Te acuerdas que vos hiciste
de entrevistador radial
y yo de tipo formal
y un comentario pediste?
¿Te acuerdas que fastidiamos
ese día hasta el final?
Pues bien resulta total
que es de Liliana que hablamos…
Pasó el tiempo y un buen día
al fin de año pasado
Mario contó emocionado
que enamorada tenía.
Y así que Mario ya tiene
una pareja oficial
una chica colosal
que lo acompaña y sostiene.
Yo me llevo bien con ella
y nos tenemos afecto
mas como nada es perfecto
ella ha opacado mi huella.
Te lo cuento por fuimos
los que andábamos unidos
hoy casi estamos perdidos
y ya no nos reunimos.
Y a nadie le echo la culpa
éramos dos solitarios
halló pareja un canario
y yo no tengo disculpa.
Ocho años anduvimos
unidos de arriba a abajo
una amistad a destajo
con empuje construimos.
Pero tenía que ser
que cualquiera de los dos
hallara para su voz
oídos de una mujer.
Con todo es mi gran amigo
que la amistad no se acaba
tan sólo que antes estaba
en cada paso que hoy sigo.
Me siento un poco más solo
me siento un poco más triste
pero Mejía resiste
día a día polo a polo.
De Miguel -nuestro Miguel-
nada tengo que decir
nadie lo empujó a partir
pero él rompió su cordel.
Él nunca más ha venido
a buscarnos y sabemos
que el Miguel que conocemos
se encuentra como dormido.
Creo que sigue en el remo
creo que nos ha olvidado
Miguel decidió enojado
que no servimos lo temo.
Él decidió su camino
no lo voy a criticar
si quiere puede olvidar
y repintar su destino.
Como siempre yo lo espero
y espero que su memoria
nunca olvide nuestra historia
de queridos compañeros.
De los demás ¿qué te digo?
Canario casa en enero
Tavito sigue tan fiero
Néstor sigue tan amigo.
Ricardo tiene a Paola
-una nueva enamorada
linda buena delicada-
y la Meche sigue sola.
Santiago volvió al Perú
pero nunca más lo vi
así yo sé más de ti
y más de mí sabes tú.
Marietta ya esta casada
la China no estoy seguro
Olga sola sin apuros
y de Carlín no sé nada.
Militza fue a Yanquilandia
y dicen que se casó
y la Mona se encontró
con Sergio allá en gringolandia.
Afefe sigue estudiando
sigue estudiando Manuel
el Sapo sigue en su miel
en gráficos trabajando…
Y aquí me quedo este día
querido amigo y recuerda
que cuando todo se pierda
te queda
PEPE MEJIA.