PRESENTACION
MARIO ANGEL MARRODAN (Portugalete, ESPAÑA, 1932)
Conocido como «El Poeta Universal de Portugalete», Mario Angel Marrodán es uno de los creadores más prolíficos en España. Licenciado en Derecho, siguió también cursos de Filosofía y Letras.
Cultiva una variedad de géneros literarios, entre ellos, la poesía, el aforismo, el ensayo, el estudio crítico y la crítica de arte. Ha colaborado con infinidad de revistas literarias y ha obtenido multitud de premios, entre los cuales podemos citar el de «Villa Bilbao», el «Basterra», «Vocablos», «Abanto y Cierbana» y «La Catorcena». Sus poesías han sido traducidas al francés, portugués, italiano, inglés, lituano, alemán, griego, bable, vasco y catalán.
Dueño de una vasta bibliografía, ha publicado más de 300 títulos; algunos de sus libros de poesía son, El alma y los sentidos, Existencia en el tiempo, Las raíces del espíritu, Cronista del presente, Raza de dioses, Aprendizaje en la miseria, Las fuerzas del momento, Los pinceles de Vasconia, Bacanal de un loco, Rimas, Homenaje al dolor, Cantos a la muerte, Lienzos de Euzkadi, Soliloquios lunáticos, Azar de azares, Sonetos en la noche, R.I.P., a mi padre muerto, Sufrir a fuego lento, Utopia y Arcadia, Liturgia de la ternura, 14.413.183 Paria terrestre, Las penas que me devoran y El duende de géminis.
Índice
LA POESÍA NO DA PAN
Quien poeta se diga
se macere y no mustie.
Duro oficio el cilicio.
Que ande como mendigo
sin la usura en el cuerpo.
Quien parezca poeta
se sacuda la máscara
de animal corrompido.
Cambie la mercancía
por más prácticas cosas.
Arte de ulceración
mortifica, precisa
por ser magnificante
no de fauna grotesca,
ni en tizón de ceniza
falacia de jumentos
que juntan las palabras
casuales y fortuitos,
exige pulso anímico
no torpe simulacro.
Si poeta se cree
lleva a cuestas insultos.
En su hospicio de mester
porfíe, escupa, y cante
la flor de la ramera.
Quien poeta se diga
arrastre alma tediosa
en cabeza, tronco y miembros.
Después de todo, nada
del fondo de uno mismo
en pie de criatura
si es papirote queda.
SÚPLICA Y ALABANZA PARA LA SOCIEDAD
¡Oh Dios! Envíanos locos,
de los que rompen las cadenas,
de los que vagan sin aliento,
de los que se comprometen de verdad,
de los que aman a fondo,
de los que renuncian al penoso encierro,
de los que se olvidan de sí mismos
hasta el fin del espacio.
Danos locos
apasionados hasta la fe,
hombres capaces de entregarse
con algo más que con palabras
a la causa de la pobreza,
dispuestos a ayudar sin contraoferta,
hombres que quieran apagar los volcanes
de la inseguridad y de la incertidumbre,
que no sean autores de las sangres
ni blasfemos humanos
con infames lecciones de política,
ni de la estupidez sean actores
ni el harakiri se hagan,
hombres amantes de la paz,
enamorados de una forma de vida sencilla,
capaces de aceptar cualquier tarea,
de sacudir la fuerza bruta,
puros de conciencia,
libres pero obedientes,
tenaces y espontáneos,
eficientes y dulces,
seguros de sí mismos,
resueltos a nunca traicionar,
tolerantes con el presente,
liberadores del proletariado,
que bajen el telón a la injusticia.
Danos locos de espíritu,
locos chiflados,
porque creo de todo corazón
que ellos redimirán
a su hermana, la Vida.
FANTASÍA MORAL
Sácame de la flaca coyuntura
que estalla en inclemencias.
Son espacios inhóspitos
al margen de las leyes
torpemente explicados
por la intención de cada sentimiento.
En ese mundo humillante
de transgresiones,
estoico recibo
los conjuros del bronce
y el baluarte de la ajada espuma
rendido a las catástrofes telúricas,
a la acidez de los pozos cotidianos,
a los restos de las viejas cicatrices,
al destierro de los rincones polvorientos,
a la norma de las épicas incómodas,
a la jurisdicción laberíntica de la ética,
a la impotencia en el subsuelo.
Fueron complicidades decadentes
de carencias con las que se dilapida
la estrategia del orden.
Mientras, surge la ilusión de la espina
como se hace el futuro al rendir cuenta
por encima del umbral que declara la fe
respirando el aliento fértil
e imaginario de lo imposible.
Desde el angosto sarcófago
con ingrávido fluir al centro mágico
de vigilia revivida
asciende a la morada de la luz
el alma de este autor desconocido.
JUEGOS DE FIGURA NEGRA
Así de grata es la divina ciencia
de ocultas artes de la misma lumbre
que el Empíreo nos dio cual bien fecundo,
pese a nuestro deseo fugitivo.
De sol su ley inflama. Abierto polen
del etéreo coro de los ángeles
con su preludio del mayor amor. Qué pobre
la ceniza de rosas del hastío.
Por el camino la hiedra se hace añicos
mientras la idea deja caer sus gotas
de puñales feroces que sedientos roen
la codicia del oro y su mísera venganza
entrada en la oquedad con careta de zorro.
En la hora humana, en el juego nocturno,
desde el árbol inocente como ser terrestre
arrastrado por el Océano gallardo
pasas para verter en él tu extraña savia,
este último acto de las tristes raíces
que de la lucha por escapar del trueno
avanzan con la roja cabeza entre las manos.
Tú, codicia, afianzada en los negros dominios
del imperio donde las fieras sufren,
cierras la mirada del destino arcano
con furor cotidiano sin hacer ruido en la tierra
a cortos pasos como reptiles terribles.
El oscuro reino de su nacimiento
enloquece a un animal atroz. Los ojos fijos
lo proclamaban en el gran espacio
donde las canas brillan, como un diminuto
huésped del mes de junio, oh espartano
en el errar lloroso y violeta.
FAVORECIDO POR UN COFRE DE SÁNDALO
Flor que entreteje
gélido goce no es flor.
Vive muriendo.
Si colgada en el mundo
gravita clavada en lo hondo
por los senderos bien abiertos
al diario paisaje.
Muere viviendo.
Hay una piedra blanca
con chispa de sueños,
ríos silenciosos
y árboles dormidos.
Bandera de la inmensidad lejana.
Frente a otra piedra negra
de lágrimas y mentiras,
de nieblas desgarradoras.
La danza del tiempo muerto,
su mordaza, su rompecabezas
erizado, el pecho ha desplomado.
Para no ser comido
ni aplastado, para ver
con los párpados granados,
ponle alma a la brújula,
pedernales nuevos al sol
que llevas dentro,
en el centro de su ser,
para hacer del cansancio tu delirio
al amoldar afanes,
brillar sobre el azar de la amargura
con paciente esperanza,
tejer la parábola del caminante
en el tiempo gastado
oliendo al sándalo de la absoluta sinfonía.
LA SOLEDAD DEL HABITANTE
Constantemente medito en el crepúsculo
sobre la vida que arrecia, ligera y aparente,
endeble como el ala de la mariposa,
sombra que tizna las manos, ruido de la esfera
que hace cuando se mueve, amada esquiva
a la que te confías apasionadamente
lamiéndola en el cansancio de los días.
Tu estela de ceniza inacabable
se proyecta en el néctar engañoso de un tarro de miel
que probaste enfermo en crudo invierno.
El corto recorrido de la senda
cual décima de segundo aleteante
en pos de un tránsito que no conoce
compite con la vasta inmensidad
que hace tener el gesto malogrado
se traza en el estéril y doloroso oficio
de la conformidad y de la insatisfacción de las cosas domésticas.
Desvela quién hay dentro de ti, lo que tan poco eres.
Roedor de soledad en el tránsito efímero,
inhóspita nevisca que lentamente extingue,
ciego corcel que estruja los pretéritos
y lentamente envejece en pos de un destino que no conoce,
prófugo al que traiciona
el desencanto de tu humana cárcel
donde vives confinado. Incógnita ventisca de los huesos
en el no ser que antes fue feudo heredado.
Mientras el diario existir desfallece
la veleidosa sale a recibirnos
casi sin anunciarse, en habitual visita de puntillas
al que elige, tras la fatuidad itinerante
presto a quebrarnos las vértebras como piezas de cerámica
en expolio, acude a nuestra cita
el peor enemigo y el más nublo agorero
y está a punto de dormir el corazón en su letargo
la imagen imaginada de la muerte.
PATRIMONIO DEL PADRE
Gravidez de la ofrenda se transforma
en la doble venida:
se abren paso los seres triunfadores.
Cuerpos bellos en busca de refugio
-simbiosis de la sangre-,
con humanados dedos se acarician.
Organos isócronos -como éxtasis
mágicos, inocentes-
son instrumentos vivos de los orbes.
Mensaje tutelar de los creceres
-de instintos naturales-.
Imagen del enigma que trasciende.
Posada sobre el césped se atestigua
real y fidedigna.
Intimidad -de frutos- posesiva.
¿Impregnación redonda? ¿Sensitiva
dádiva de la especie?
¿Manantiales que beben y respiran?
Se transfiguran nidos de la herencia
-inventos de progenie-,
enigmas, en su ciclo, gravitantes.
EL EDÉN DE LOS SENTIDOS
El edén o el racimo
alborozado e ilusorio
de la médula agitada.
El cúmulo o el arranque
a lo que es de uno
-sed de ser-,
como el arco de una flecha.
Yo os digo que su semilla
es hechura redentora.
Os enarbolo,
siluetas que rondáis
la huella perenne.
Basta para poder comprobaros
observar vuestras señas,
los cinco nombres de elegías
pletóricas que tenéis.
Busco las precarias figuras
de vuestro confuso trayecto
en cavidad de prieta piel
con mis manos vacías
guiñando su blanda lava
para evitar el cataclismo.
Esta es la percepción
en que me reconozco.
Míos sois como el albor
espejeante,
fúlgido, instantáneo,
de una injusta derrota.
AMOR BIEN LLEGADO
A quien escucha el cántico del alba
al aire pleno de la noche abierta
con la clave de sol y en fiebre alta
vida y amor son cosas lisonjeras.
Tan lleno de gorjeo esplendoroso
grato el camino cuando amor despierta.
La obsesión esencial recorre el pecho
salpicando de paz el alma tierna.
Un hermoso jardín para los labios
ha brotado florido de la tierra
y un collar de corales y caricias
de los frutales en la primavera.
Como te quiere tanto se desliza
con furia desbordante por las venas
y al ser numen y talismán ofrece
soñar el corazón a manos llenas.
Intimo manantial en apogeo
de la pasión asoma la querencia
por los eidos del beso bien granado
y el encanto carnal de la sorpresa.
Nunca sobras. Te aclamo para siempre
como abril de simiente y de cosecha.
Y te ofrendo la llama más profunda,
la rosa de los dos alegre y bella.
No sé decirte, amor, cómo decirte,
que ayudas a existir y que deseas
lo que yo, compañía. Y que tus bienes
cuánto diera, mi amor, porque me dieras.
¿Adónde vas, amor?, ¡ven a mi vida,
donde habites de forma placentera!
RÉQUIEM PARA EL VIEJO TREN
La locomotora avanza
por los caminos de hierro,
ruidosamente jadea
su entraña llena de fuego.
¡Allá va en carbón, vapores,
sudor, trabajo y acero!,
con su sonora pitada
que tiende el humo hacia el cielo.
Ruidosos ferrocarriles
con los vagones repletos
de equipajes de esperanzas
cabalgan su marcha, viejos.
Resoplando carbonilla
como los caballos fieros
por las vías ferroviarias
la máquina con viajeros.
Los vientres de las calderas
con tenaz repiqueteo
al trote rítmico empujan
e impulsan a rumbos nuevos.
Réquiem para el viejo tren.
Con indómita bravura
el tren pasa por los pueblos
con la distancia alcanzable
a los embates del viento.
Se detiene y nos subimos
con las maletas dispuestos
al tren que lleva consigo
vetustos departamentos.
Llega con afán gozoso
y acomoda en sus asientos
hombres, mujeres y niños,
soldados y reverendos.
Desde su torre de mando
montado en su corcel negro
el maquinista permite
que el tren nos lleva a paseo.
EL TREN QUE NOS LLEVA
Cuentan del tren nuestros antepasados
proezas dignas de la musa homérica.
Yo quisiera poder irme en todos los trenes que cruzan,
en todos los trenes que se lanzan furiosamente
con impulsión de fuerza, vaivenes repetidos
e ímpetu de destino para cumplir su ruta.
No es un tren que se va, es un tren que llega
impregnado de la dulce serenidad crepuscular
al andén. En toda su tortuosidad
es un tren legendario que no se acaba nunca,
que puede escoger cualquier mudo paisaje
en la sima profunda de los ojos
desde la ventanilla, el mundo compartido
después de entrar en un vagón, sentado,
por la puerta que conduce al sol naciente
verlo pasar es acción beneficiosa
para gozar de asombros encendidos.
El equipaje, la estación, el tren donde instalarse,
una campana que transmite una orden,
el silbido impaciente de la locomotora
y el tren que se va… se escapa por la vía
en los desplazamientos que recorren
mil veces el mismo itinerario.
Los árboles y los postes corren rápidamente,
las casas y las montañas se ven en la lejanía.
Van los vagones por los paralelos
railes. Y los resortes de su marcha
el «duetto» amoroso que han formado
el matrimonio de la locomotora y el convoy
donde uno curiosamente se pregunta:
¿a qué ese afán de llegar, si cuando
lo más lindo del viaje es el camino?
¡Viajeros, rindiéndole el homenaje que merece,
levantemos la copa por el ferrocarril!
ANUNCIANDO EL RELEVO
El aire que bebo
impulsa las velas
e hinchan al pecho
los vientos que bogan
con su extraña lengua
transidos de nubes
cruzando el espacio.
Estruendo de árboles,
tempestades recias
remontan los cielos.
El nacer de la montaña
presiente el paso del éxodo
por las grutas ateridas
de los recodos fecundos.
Tierras ubérrimas, prados
relucientes, jubilosos,
albergan la buena nueva:
dile al calor que nos funda
desde el tramo del esfuerzo
con la cúspide gigante
que a los músculos enrecia,
alma humilde y polvorienta
la que hace responsables
a los cuerpos torpes, lentos,
de los días agotados.
Cifra, número y medida
en continuo movimiento
al tránsito irremediable
que interroga. Van y vienen
entre la gente, importantes
los mensajes ancestrales
saludando la llegada
del infinito aniversario.
Gracias. Para siempre: gracias.
El tiempo se ha detenido
para estar bien preparado.
PALABRA CLAVE QUE GOBIERNA EL MUNDO
Años de penitencia la reclaman.
En este tobogán de hoy se la oficia.
Cada país si es libre hágala suya.
Bajo la égida del régimen totalitario impuesto.
en un punto determinado del planeta,
sacadla, si la encontráis entre las jaras,
poseedla como a la suerte acumulada.
A falta de paz, manos en contra
de los disturbios de los días turbios.
A falta de orden, salmos, no calumnias,
que entierren las cizañas del sayón.
A falta de amor, pechos si es preciso
que apaguen bien los fuegos en los túneles.
Con tu ritual de vieja luz advienes
tal errática estrella derramada
como el pan a las bocas de la tierra.
Yo te defiendo. Como a hiel viciada
te tienes muchas veces escondida
entre las púas de los estandartes.
Quieren crisparte las conspiraciones
pero en ti tienes -y eres- la ciencia que nos une.
Tú desdeñas los festines fetichistas.
¡Quédate con nosotros, entre nosotros, no te escapes!
¡Cuán necesaria nos eres, Democracia!
UN GRAMO DE LIBERTAD
Su antiquísimo nombre
deriva de las aguas
surgidas en su nacimiento,
tras impresionante ruido cavernoso,
y de las profundas aguas del subsuelo.
El sabio griego, el profeta judío,
el legislador romano y el intelectual ilustrado
siguieron la pista a su ancestral manifiesto
de decenas de millones de años
impuesto por aquella mística eminencia
al Hombre, la gran incógnita faunística..
La palabra libertad es aguda, y es fina,
sabe a héroe, a nombre profanado,
a látigo incesante, a masoquismo,
a sangre de bandera, a victorioso combate,
a fulgor de pantano que te invoca,
a alba transparente que nos mira
abriendo limpiamente las cadenas.
Frente a la colisión es signo mágico,
definitoria herramienta convertida
en el muñón moribundo de la altiva torre,
crisol donde se funde guerra, idioma y costumbres,
oh fuerza generadora de futuro,
programa tutelar para entenderse
mutuamente en un mundo dramático.
Como un asunto grave
dictado desde el cielo
con pluma de oro en el centro iluminado
hay un grito que pide y que redobla
a ritmo de tambores y de credos
vibrando solidario en cada nota
¡libertad, libertad, libertad!,
¡oh imperiosa, oh ritual, oh indestructible
corona secular de la existencia!,
tú eres tan necesaria como el metal más puro,
como el pan terrenal y cotidiano,
yo te amo por encima del tejido impalpable
donde los hijos son resistentes estrellas.
Quien destruye tu nombre es un tirano
en la hostilidad, la idiotez y la imprudencia,
y quien te desprecia comete flamígera herejía.
Ah, somos rebeldes, somos culpables,
de que no reines ni habites entre nosotros,
de que nos alejemos
de tu pronunciamiento.
¡Ojo si el verdugo te traiciona,
arremetamos furiosos contra él,
sal de estrictas fronteras
y avanza libre por el ser humano,
grabándolo, atrapándolo en el ánima!
Origen elogiable de las cosas,
expándete. Valor establecido
recomendado por natural derecho
lleno de contradicciones y mentiras,
no faltes a la díscola jauría,
aparta de los malos pensamientos
a tus ejecutores,
al mudo de mensaje y al ebrio aborrecible,
y ensánchate sobre las religiones.
Nuestros sentidos moribundos
reclaman su homenaje y su dominio
de superiores órdenes
porque en el Gran Universo
suene la Libertad, Alleluya de Vida.
¡Sólo por un gramo de ti
seas alabadísima!
PLEGARIA ECUMÉNICA
Que este barro tan triste y endeble que cocemos
diminutos y frágiles en la órbita de insectos
de carne disecada por la arista de siglos
y animales cansados sea la última sangre
por el hacha sin Dios en su cruz devastado.
Que esta tierra cambie los campos del odio
por el don floreal del trigo y el lino
revestidos de miel en unción de perfume.
Que los ojos oscuros párpados de luz sean,
racimos de sol en su aliento prendido
de miradas en celo y el bautismo del gozo.
Que podamos levantar el puente del dolor con las alas
pues los templos son celdas de sílex y angostura
donde callan los pájaros a solas en su eclipse.
Que esta rosa de espinas, tributo de la impotencia,
unja de nardos la singladura de cada peregrino.
Que con fuerza azota la faz ensombrecida
la agónica ceguera de terrible armadura
al borde del volcán que nos trae las guerras.
Yo sé bien que es llegada la hora más propicia
del testimonio erguido que nos reta y levanta
y se escuchan plegarias desde todas las voces
que oran con el corazón viejo por la suerte del planeta
al azul y la gloria con el alma en la boca.