PEBdE, Número CINCO, setiembre 1993

La cita, JUAN FRANCISCO VALEGA en el prólogo de «Ayer y Hoy»

Si la prosa es un concierto de palabras, «El Corregidor» fue un gran concertista. Si el adjetivo es color, su paleta estaba provista con largueza de colores enteros y de matices infinitos.(…)
Era bohemio en el más alto estilo del vocablo, en el de hombre bueno y libre. Fue un gran luchador al que todos tenían por holgazán. Pero, su dolor, hecho risa eterna, le ganó la inmortalidad…

JUAN FRANCISCO VALEGA
En el prólogo a «Ayer y Hoy», Lima, 1959.


ATENCION

Este número quinto lo dedicamos a un homenaje, en este mes de setiembre se conmemoran 97 años del nacimiento de Adán Felipe Mejía, «El Corregidor», uno de esos grandes olvidados de la lista oficial de la literatura peruana. «Poetas en Busca de Editor» no sólo se preocupa por difundir las creaciones de los futuros hombres de letras del país, sino que, también, se ha fijado entre sus metas rescatar del vergonzo olvido a quienes dieron su vida y su obra por el Perú, y con quienes su patria ha sido ingrata… Es bueno recordar que poesía no significa,necesariamente, verso, es algo que escapa a una definición precisa, mate-mática; hay versos que no son poemas y hay poemas revestidos de prosa, si no que lo diga «El Corregidor» Mejía, un poeta que jamás escribió en verso…


Adán Felipe Mejía y Herrera (Lima, 1896-San Miguel, 1948)

El 22 de setiembre de 1896 nació en Lima Adán Felipe Mejía y Herrera, quien llegó a ser una de las más grandes figuras de las letras nacionales. Hijo del matrimonio de doña Adriana Herrera – de la familia de don Bartolomé Herrera – y del médico-cirujano don Adán Hilario Mejía Farfán, quedó huérfano de madre casi a su nacimiento, pasando su crianza a la responsabilidad de sus tías paternas y su formación docente y literaria al cuidado de su tío Rodrigo Nicolás Herrera.
Desde su niñez, Mejía mostró profunda inclinación por la literatura. Su cono-cimiento de ella y de la lengua castellana le significaron, ya en la adultez, el pleno dominio de su arte creador. Su afán permanente de alcanzar el mejor uso del idioma derivó en que fuese llamado «El Corregidor», por quienes lo trataron.
Durante su trayectoria periodística tuvo a su cargo las columnas siguientes: «De la viandanza urbana», «Exhuma-ciones», «Sport con soda» en el diario El Tiempo; «Papel picado» en el Universal; «Sancochado» en Buen Humor; «Ayer y hoy» y «Puntada sin ñudo» en La Prensa. Asimismo, aparecen artículos de El Corregidor en Iris, La Hoguera, El Tiempo, Universal, La Revista Semanal, El Hombre de la Calle, Buen Humor, Suácate, La Prensa y en Tracatrán, semanario humorístico del que fue su director y editor.
«El Corregidor» Mejía falleció en el Distrito de San Miguel, en Lima, al 5 de mayo de 1948, a los 51 años de edad. (Tomado del libro «Grau y otros textos de Ayer y hoy», Lima, 1986)

LA RAZA

Cada año dedicamos, de ha tiempo un día de homenaje a la raza.
Hacemos bien. ¡La raza!
No hay nada más enjundioso que la raza. La fecha escogitada para exahtarla y exhibirla, está muy bien.
El doce de octubre, recuerda el chorro nuevo de savia vigorante, injertándose en el tronco soberbio.
Con los hispanos de avanzada, llegan los «blancos» de occidente, con su civilización occidental: el catolicismo y las ideas generales, el papel y la imprenta con su tinta… el cañón y su pólvora; el pan, el vino y la aceituna, la naranja, la lima y el limón; el cocido, la paella y los callos; el chanchito, la res, el caballo y el burro y el carnero; la liebre, la gallina y su gallo… ¡el resonante idioma castellano!
Pero, además, entre ellos, vinieron los negreros…
Y los negros llegaron, en su oportunidad.
¡Nuevo chorro vital de savia densa que se injertaba al tronco veterano!
Los negros nos traían su quimba natural y su armonioso cintureo nativo. Su alegría jocunda y su ironía… y aquellas ganas infinitas de cantar y bailar a golpes de cajón; por lo mismo que la vida era dura… Nos dan la marinera y el tondero y decoran con gran vistosidad las comidas corrientes…
Luego, amarillos coolíes, asomaron trayéndonos el chifa y su sabiduría de la vida. ¡Y sus ojos jalados!
Después llegaron los nipos. Estos no traen nada, aparte de su piel amarilla y su afán expansivo. Todo lo llevan.
Se acriollan. Plagian al bizcochero. Producen anticuchos. Desplazan al cholo peluquero. Adoptan nuestras viandas, desnaturanlizándolas y -¡oh, profanación!- llegan a componer dulces monjiles y pastas conventuales…
Pero el anciano tronco indígena, los absorvía a todos, lentamente, siglo tras siglo…
Los blancos iban perdiendo «la color» y trocándose en cholos. Los mandigas zambeaban y se zambicholeaban. Los coolíes daban en chinocholos. Los nipos, apenas arribados, ya eran criollos…
Todos en santa paz, hemos vivido, trabajado y luchado por la vida.
Los prejuicios raciales de otras épocas han desaparecido.
¡Somos los seres más librepensadores en asuntos de razas!
Todo el que vive entre nosotros, lo consideramos de los nuestros.
¡Y el color nacional, nuestro color, el autóctono, el del dueño primitivo del suelo, que es el color de la gleba, sigue pintando a los que llegan con su brocha tenaz e inevitable…!
¡Somos cholos!
¡Nuestra raza deviene… ya llegará!
Y desde ahora podemos augurar que el color de la raza será un tantico acanelado, muy parecido al color tan simpático de la cáscara de la papa amarilla…
Debemos dejar establecido, que la raza no estriba en la pigmentación de la pelleja.
Eso es ridículo.
El color no es la raza, sino una de las consecuencias del «enrace»…
Todos los pueblos están haciendo raza todo el día, y nunca acabarán, si es que no finiquitan.
La raza es modelada por la vida en común, por las penurias colectivas y los goces parejos. Por las mismas costumbres, el mismo objeto de vivir, las mismas luchas, los mismos alimentos y las mismas maneras de juerguear y embriagarse. Todos creamos la raza.
Nosotros tenemos los elementos necesarios para que nuestra raza salga bien… en el viaje.
Poseemos carácter.
Y todos los pueblos con carácter tienen estas modestas cosas típicas, que nosotros tenemos:
Una cocina nacional.
Una bebida larga y un licor energético.
Una música propia.
Un baile popular.
Un deporte nativo.
Un modo singular de romperse la crisma.
Un condimento.
Y un modo de enamorar.
¡Nada nos falta!
Nuestra cocina es contundente, inconfundible, colorista, robusta; ¡la tercera del mundo, tras la china y la francesa!… Tenemos desde la épica pachamanca, hasta el chupe rosado de camarones, que es cuasi un madrigal.
¿Una bebida larga?… ¡La polícroma chicha de maíces…!
¿Un licor energético? ¡Pisco!
¿Una música propia?… ¡Bah, y pentafónica, todavía!
¿Un baile popular?… ¡La marinera, el huiano y los demás!
¿Un deporte nativo?… ¡Pues el palo ensebado, tan simbólico; que se trepa, se trepa y no se llega!
¿Un modo singular de romperse la crisma?… ¡La trompeadura con patada, cabezazo, contrasuelazo y palanqueo!
¿Un condimento?… ¡Nuestro ají!
¿Un modo de enamorar?… ¡El de cada uno!
Nada nos falta para que nuestra raza se defina. La unidad de color epidérmica, es asunto del tiempo, y el tiempo va delante y es largo y no se acaba…
Lograremos la unidad de color, de pensamiento y de propósitos.
Por lo pronto, no nos separa la color…
Decimos, por cariño:

  • ¡Hola, cholo, qué tal!
  • ¡Negrita linda!
    A los amigos de ojillos estirados les decimos:
  • ¡Chino, cómo te va?…
    Los inmigrantes blancos que nos lleguen de Europa, serán encholecidos, quieras que no, por la gran masa. ¡Magnífico!
    ¡Y en los años venideros, muchos años; en un doce de octubre, como el de hoy, bajo un sol agradable, suave, de primavera, se reunirá ante la estatua de Colón, una entusista multitud apretada festejando la raza,luciendo rostros de color uniforme, parecido a la cáscara de la papa amarilla…!
    ¡Conscientes de su raza, y orgullosos de su pasado y de su obra, y con claras ideas de común bienestar!…
    ¡Cholos completos y peruanos!
    ¿Qué les parece a ustedes…?
    ¿Bueno?… ¿Bien?
    Entonces, por lo pronto, para que el proceso no se atrase… ¡alimentémonos mejor!
    ¡Hagamos raza!