PEBdE, Número DIECIOCHO, octubre 1994

La cita, LUIS FERNAN CISNEROS «Alma de mi alma» (fragmento)

Alma de mi alma, novia poesía,
siempre en mis ensueños, pero nunca mía:
yo voy por el mundo buscando tus huellas,
flores en el campo y en el cielo estrellas,
estrellas y flores en mi fantasía.

Te llamo, te busco, te sigo y te sueño,
y en este celoso sonámbulo empeño,
perdido tu rastro, perdida mi calma,
te lloro en suspiros, alma de mi alma,
mi dulce mentira, mi amor y mi dueño.

LUIS FERNAN CISNEROS
«Alma de mi alma» (fragmento) del libro «TODO, TODO ES AMOR»


ATENCION
¿Se nace poeta…? ¿Es que se viene ya con la disposición, con el ánimo, con la naturaleza, para serlo…? Difícil de saber. Creemos que todos tienen derecho de expresar lo que sienten, sí, pero… ¿es todo lo que se escribe poesía?, ¿podemos alegremente afirmar que todos somos poetas…? ¿Acaso no hay un grupo de seres distintos que perciben el mundo desde su peculiar y personalísima ubicación? ¿Acaso no existe una hermandad de creadores, una logia de atormentados?

Cierto, todos sentimos, todos podemos expresarlo, todos podemos intentar atravesar el puente, pero ¿cuántos van a lograrlo?, ¿cuántos perdurarán?, ¿cuántos evitarán ser barridos por el tiempo?, ¿cuántos escaparán de la vorágine de la indiferencia?

Terrible verdad la del que intenta ingresar al castillo de la poesía, el puente no está tendido, los cocodrilos esperan en el foso, hambrientos; el que pase tendrá que atravesar callejones y laberintos, encontrará mil candados y cerrojos, mil puertas clausuradas a piedra y lodo, mil sillas de las que nadie se levanta, mil formas de rendirse, mil voces que le dicen que no puede y nada de esperanza.

Probablemente en cien años, si tuvimos decisión y suerte, tengamos un poema en una antología y seamos una ficha en una biblioteca. Probablemente, si tuvimos una pizca de grandeza y hablamos con las voces de los muchos, repita nuestros versos algún adolescente enamorado o algún viejo trovero de taberna.

Sea como sea, el gesto de intentarlo ya es nobleza, al fin y al cabo el tiempo y la


RENATO CISNEROS SANCHEZ (Lima, 1976)

Estudió en el Colegio Nuestra Señora del Carmen, «CARMELITAS», de Lima. Actualmente cursa el cuarto ciclo de Filosofía en la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima. Escribe desde 1988, tiene un poemario inédito, «HABITANTE DE LA PALABRA», y otro en preparación, titulado, «DESDE LA FRAGIL MEMORIA DEL AMOR», los poemas que presentamos pertenecen a este último.

POEMA DE LA FLOR EN EL TIEMPO

Al instante que se alumbra la tierra
procedo a tocar tu cabellera azul, tus manos frías.
Nunca más la tarde lanzará su flecha transparente sin que yo te haya visto.
Nunca más las palomas me rodearán sin ti.
Yo que grabo tu nombre bajo el pasto más hermoso y sobre todos los ladrillos,
yo que muero, como una fogata encendida hace tiempo.
Tú que invades mi cuerpo con estrellas y lames con palabras los restos de mi piel.
Tú que has sido siempre, una blanca pirámide de arena.
Hoy apago la luz al instante que se alumbra la tierra,
y tú naces y apareces
donde tu tiempo copula con mi tiempo.

DEL PODER DEL VERANO

Ya no respiramos.
El amor conspira en contra de nosotros
y nos hunde en el más vil de los lamentos.

Hace rato que perdimos el aliento,
y nos presentamos para soñarnos.

De la mano, casi muertos,
nos hemos venido enamorando.

RETRATO DEL ESPACIO DONDE AMO A UNA MUCHACHA

Reconóceme en la carne de las flores o en el último silencio de tus besos.
Reconóceme en la dulce trampa de las horas.

Nosotros habitamos un espacio, ajeno al cielo y a la tierra.
Donde somos de repente otros, pero al final los mismos.
Ahí nos fatigamos, dominando el lomo azul de alguna noche,
arrojando bolas de arena al mar.

Nuestra casa es una torre roja clavada en la orilla. Nadie la ilumina.
Aún cuando esto es solamente un sueño, nada se nos otorga.

Los vientos nos empujan. Sólo ellos aprenderán a cobijarnos.

Reconóceme. Princesa celeste.
Porque solamente nosotros habitamos un espacio
donde tu amor y el mío dejan de ser un sueño.

APENAS LLAMA EL OLVIDO

El húmedo respiro del alba me ha alcanzado sus designios:
«Si tus manos al Amor se arriesgan, nada hay que pueda detenerlas».

Mis manos eligieron tu estambre una mañana.
Y los Dioses y el canto miserable de los hombres,
hundieron mi cuerpo en un recinto.

Nadie me enseñó a recordar.
Por los cuerpos que habitan en el cielo, sé cómo imaginar,
cómo frotar mis ojos con la piel dorada de la noche,
sé cómo sorprenderme ante su ausencia.
Solamente por ellos comprendo que de la unión de nuestros nombres
nace el más puro de los tiempos, y se encarna el más bello de los astros.
Somos criaturas del alba.
Llevamos el corazón como una medalla, roja y bulliciosa.
Ese es nuestro secreto.

Mis palabras eligieron una tarde tus silencios.Y aprendí a ser feliz en este cuarto.

HISTORIAS DE PARQUE

a mis amigos de Pomalca

1.
Un puñado de niños descansa al pie de un árbol.
El verano ha sido generoso en alegrías.
Un tiempo hermoso y transparente que crece todavía en nuestros pies.

Sobre una escalera negra o apoyado en unas rejas
esas horas golpean como un cercano recuerdo.
Y para siempre sus cuerpos
caerán dulcemente en la memoria de mis ojos.

2.
Hemos vivido en redor de una pelota.
Por ella perdimos cierta especie de ilusión.
Con ella encontramos la otra orilla de ese tiempo.
A partir de entonces fuimos malos,
aprendimos de la música, de la cerveza y del breve amor.
Olvidamos las pequeñas palabras que antaño nos juntaron.

Hemos vivido en redor de una pelota.
Hemos conocido el imperio del cuerpo.

3.
Una canción atraviesa el cuarto
y luces de colores punzan nuestros rostros.
En una esquina nuestra memoria está limpia.
Porque nunca se olvida la primera vergüenza,
ni la primera niña que tocó tus ojos una tarde.
Porque a pesar de todos los recuerdos y de ninguna penumbra
el cuerpo mantiene
el silencio invisible de la primera canción.

4.
El Reino de Mauricio y de Javier difícilmente se descubre.
Yo ignoraba su lenguaje,
como el nombre de los perros que han envejecido junto a ellos.
Ni que decir de Rafael,
un niño alto de espesa barba, que habita una torre amarilla.

Cuando un muchacho tiene doce años
anhela dos cosas: un parque y un amigo.

Yo llegué a este lugar cuando tenía doce
entonces, todo lo encontré debajo de unos árboles
y lo sembré para siempre entre mis manos.

5.
Ningún espejo nos dice la verdad.
Ahora somos otros, es decir, los mismos
pero menos veloces.
Miramos mujeres, nombramos un lugar, negamos hechos,
elegimos una hora para hacerla interminable.
Nadie nos entiende.
Pero tan sólo con mirarnos adivinamos muchas cosas.

6.
Un instante
siempre es un instante cuando sucede.

Un puñado de hombres descansa al pie de un árbol.
Contemplan el fantasma de su infancia extendido en un parque,
el oscuro reflejo de los años.

Ahora conocen la verdadera soledad,
ahora caminan entre estrellas y palomas.

LEJANO CUERPO

No eres mía.
Tus pasos no obedecen la sencilla marcha de mis pies.
Mi corazón se calla donde transcurre tu pequeña voz.
Tu voz es un campo de arena.

Mi vuelo es la sombra que te observa.
Mi vuelo es un puerto duro y laborioso,
ahí, te sueño
ahí, te dejo partir.

Estás lejos.
Donde no soy más que el lugar que ocupo,
donde los ojos son lentas criaturas que enumeran los días y las horas,
donde mi más hermosa palabra
es sólo un trágico silencio.

Alguna vez arrimarás la tierra de mi piel con desconocida ternura,
aunque otras manos hoy desvelen tus sueños,
aunque abandones tu plumaje cerca de otros muros.

Alguna vez, de felicidad, olvidaremos nuestros nombres,
esgrimiremos la inútil garra del tiempo,
tenderemos nuestros cuerpos tranquilamente frente al mar.

No eres mía. Estás lejos.
Alguna vez seremos una lámpara
y posarás tu luminoso amor sobre mi rostro silente.

PARA EL AMOR

Nunca acabará nuestra danza.
La desilusión y la palabra son perros que persiguen nuestra carne.
Oscuridad y ausencia
pastando detrás de nuestros ojos.

Pero el cuerpo sobrevive al laberinto.
Y por la noche
arrojamos con fuerza algunos dados,
arrullamos nuestro amor inefable,
callamos el dolor con la última espuma que nos raspa la boca.
Y por el día
esperamos el momento preciso de vengarnos.

Para el Amor, la vida nos otorga unos minutos.
De pronto sólo nos queda el olvido
o la imagen borrosa de un naufragio.

Para el Amor, danzamos incansables
entre restos de fuego y de penumbra.