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La cita, Nicomedes Santa Cruz «Al Compás del Socabón»
Octasilábica, hispana,
fue la décima genuina.
Insuperable, divina,
es la décima peruana.
Si algún día alguien me gana
o si me lleva Jesús,
que no se extinga la luz
en este cantar tan nuestro.
Lo pide… un servidor vuestro:
Nicomedes Santa Cruz.
Nicomedes Santa Cruz
«Al Compás del Socabón»
ATENCION
Que guitarras y cajones
toquen música de duelo
Don Nico se nos fue al cielo
a buscar nuevas canciones.
Don Nicomedes murió
allá lejos en España
la muerte con su guadaña
al cabo lo derrotó
negro lindo que escribió
en décimas sus canciones
que nos llenó de ilusiones
con su verso sabrosón
con más ritmo y con más son
que guitarras y cajones.
Volvió digno lo mundano
acrecentó lo pequeño
porque ese negro era dueño
de un estilo tan humano
que jamás negó una mano
al que ya estaba en el suelo
y porque siempre su anhelo
fue dar de lo que tenía
cantores pido que hoy día
toquen música de duelo.
Al canto más popular
le dió estirpe y elegancia
mas no perdió la fragancia
del pueblito y del solar
maestro en el decimar
ave fina de alto vuelo
la muerte le echó su velo
y a buscar a Santa Rosa
con su décima sabrosa
Don Nico se nos fue al cielo.
Nos deja su poesía
su décima sin igual
y nos deja su inmortal
ejemplo de rebeldía
que Nicomedes sabía
hacer latir corazones
amante de rebeliones
poeta de libertad
te fuiste a la eternidad
a buscar nuevas canciones.
Nicomedes Santa Cruz (Lima, 1925-Madrid, 1992)
«Nací en Lima el 04 de junio de 1925, siendo mi padre el conocido autor teatral Nicomedes Santa Cruz Aparicio y mi madre Victoria Gamarra Ramírez, celosa heredera de riquísima tradición folklórica e hija de un afamado pintor, el maestro José Milagros Gamarra.(…)
A partir de 1955 y por no encontrar rivales, pues la afición prácticamente ha desaparecido, me fui apartando de la temática tradicional para el canto en desafío o contrapunto, en que me venía guiando don Porfirio Vásquez (desde 1949) y trabajé mis glosas sobre problemas de actualidad nacional e internacional.
A mediados de 1956 abandoné para siempre el oficio de herrero forjador -cerrajería artística- e insuflo a mis décimas una rebelde y orgullosa negritud que me abre las puertas de la popularidad a través de radioemisoras y escenarios teatrales. En 1958 irrumpo en el periodismo y llevo mis décimas a la naciente televisión nacional…»
Nicomedes Santa Cruz «La Décima en el Perú»
RITMOS NEGROS DEL PERU
Ritmos de la esclavitud
contra amarguras y penas.
Al compás de las cadenas
ritmos negros del Perú.
De Africa llegó mi abuela
vestida con caracoles,
la trajeron lo’epañoles
en un barco carabela.
La marcaron con candela,
la carimba fue su cruz.
Y en la América del Sur
al golpe de sus dolores
dieron los negros tambores
ritmos de la esclavitud.
Por una moneda sola
la revendieron en Lima,
y en la Hacienda «La Molina»
sirvió a la gente española.
Con otros negros de Angola
ganaron por sus faenas:
¡zancudos para sus venas!
para dormir ¡duro suelo!
y naíta ‘e consuelo
contra amarguras y penas.
En la plantación de caña
nació el triste socabón,
en el trapiche de ron
el negro cantó la saña.
El machete y la guadaña
curtió sus manos morenas;
y los indios con sus quenas
y el negro con tamborete
cantaron su triste suerte
al compás de las cadenas.
Murieron los negros viejos,
pero entre la caña seca
se escucha su zamacueca
y el panalivio, muy lejos.
Y se escuchan los festejos
que cantó en su juventud.
De Cañete a Tombuctú,
de Chancay a Mozambique
llevan sus claros repiques
ritmos negros del Perú.
ZAÑA
Dios perdone a mis abuelos
por herejía tamaña:
se burlaron de los cielos
cantando y bailando Saña…
Santiago de Miraflores
de Zaña, vestusta Villa
por los Reyes de Castilla
tierra de hidalgos señores.
Negros brazos labradores
cultivaron dicho suelo.
De aquellos amargos duelos
nació en Zaña una canción;
por su irreverente son,
Dios perdone a mis abuelos.
Tan negra como el hollín
un negro asomó su cara
al Templo de Santa Clara
o al de San Agustín.
La misa y su retintín
le resultó cosa extraña,
y la palabra ¡patraña!
fue la póstuma en su labio:
Su muerte pagó el agravio
por herejía tamaña…
«Ante Dios, somos iguales…»
proseguía el señor cura,
en tanto, la gente oscura
llevó sus restos mortales.
Después de los funerales
los esclavos, sin recelos,
sopesando sus flagelos
con las frases de la misa,
entre llantos y sonrisas
se burlaron de los cielos.
De este modo tan austero
nació en Zaña aquel cantar:
satírico renegar
a la liturgia y al clero.
¡Saña! Madre del Tondero.
Norteña como la caña…
Cuando el coro me acompaña
la «glosa» el «dulce» y la «fuga»,
toda mi gente madruga
cantando y bailando Saña…
NADA EN ESTE MUNDO DURA
Nada en este mundo dura
Fenecen bienes y males,
Una triste sepultura
A todos nos hace iguales.
(FOLKLORE)
Los minutos se hacen horas
La flor se vuelve semilla
La madera se apolilla
Y el mismo mar se evapora.
La niña pronto es señora,
Si era virgen ya no es pura.
EL pelo con su blancura
Deja la niñez ausente
Porque desgraciadamente
Nada en este mundo dura.
Pasa el amor que tuvimos
Y se olvidan mil recuerdos,
Se rompen nuestros acuerdos
Y las promesas que hicimos.
Se aleja el mundo que vimos
Con sus momentos fatales.
Nacen nuevos ideales
Cuyo fin está cercano
Porque más tarde o temprano
Fenecen bienes y males.
Tras la angustia va la suerte
Tras el llanto las sonrisas
Tras los huesos las cenizas
Y tras la Vida la Muerte.
Tras el cadáver inerte
Se esconde la noche obscura.
Y tras la verde espesura
De los hermosos cipreses
Hay oculta muchas veces
Una triste sepultura.
El tiempo no se detiene
Con amor ni con dinero.
La muerte es su mensajero
Y muy tarde nos previene.
Basta que su mano frene
Nuestros órganos vitales,
Después de los funerales
Nos convierte en calavera
Y de esta triste manera
A todos nos hace iguales.