PEBdE, Número VEINTIOCHO, octubre-diciembre 1995

La cita, JAIME GIL DE BIEDMA «Por lo visto»

Por lo visto es posible declararse hombre.
Por lo visto es posible decir no.
De una vez y en la calle, de una vez, por todos
y por todas las veces en que no pudimos.

Importa por lo visto el hecho de estar vivo.
Importa por lo visto que hasta la injusta fuerza
necesite, suponga nuestras vidas, esos actos mínimos
a diario cumplidos en la calle por todos.

Y será preciso no olvidar la lección:
saber, a cada instante, que en el gesto que hacemos
hay un arma escondida, saber que
estamos vivos
aún. Y que la vida
todavía es posible, por lo visto.

«Por lo visto»
JAIME GIL DE BIEDMA
(España, 1929-1990)


ATENCION
En el fondo, no somos tan distintos.

Nos inculcaron diferencias que no existen, hoy lo sabemos. Nos dijeron a cada cual la versión más conveniente de la historia. Nos convirtieron en enemigos, en rivales, en sujetos apartados, en extranjeros en nuestra propia tierra. Nos inventaron líneas y las llamaron fronteras, nos inventaron guerras y nos matamos. Muchos crecimos temiendo o despreciando a los vecinos, «son malos o cobardes» nos decían y el miedo o el coraje nos colmaron.

Cómo íbamos a saber de los grandes corazones que de sur a norte de los Andes cobijaban iguales sentimientos, iguales inquietudes y ansiedades. Pero al fin sonó el clarín del nuevo día, al fin la poesía se lanza a la mayor de sus jornadas, al fin serán arriadas las banderas de lo injusto y el fruto nuevo de este viejo árbol será un mañana inmenso donde todos los hombres de la tierra nos uniremos en un abrazo verdadero.

Eso será mañana. Hoy estamos matando la miseria, hoy estamos peleando por los hijos, hoy estamos creando primaveras, hoy hacemos senderos y caminos a fuerza de querer y de poemas…


YOLANDA WESTPHALEN (Cajamarca, PERU, 1925)

Una de las voces femeninas más importantes del Perú. Poeta, filósofa, ensayista y crítica literaria. Actualmente se dedica a la investigación y a la creación poética. Colabora con sus artículos en el diario «El Comercio» de Lima. Ha publicado, entre otros libros de poesía, «Palabra Fugitiva» (1964), «Objetos Enajenados» (1971) y «Antología Poética y Ojos en Ceguera Capturados» (1989). El poema que presentamos es un inédito.

La casa se abre…

La casa se abre
a la cuchillada
del silencio.

Las voces se aglutinan
en mi garganta.
¿en dónde la sombra
araña mi cuerpo?

En la imaginación
hecha distancia
se perenniza
el vulnerable peso
de mi escritura
a ciegas.

La casa vive su derrota
ante el flamígero
ulular del viento.

Mi escritura se descuartiza
en palabras rotas
que se incrustan
en las paredes de la casa
como fragmentos de leños
oscurecidos
al rojo vivo
que destrozan
la verticalidad de sus muros
e
instauran
el inestable
equilibrio
de una nota de jazz
en frenética percusión
adormecida.


ALFONSO LARROHONA KÄSTEN (Valparaíso, CHILE, 1932)

Profesor Universitario. Director de la revista «Correo de la Poesía». Ha publicado diecisiete libros, los más recientes son «Pre-Textos» (1992), «Jardín de Extravagancia» (1993), «Resultado de Alquimias» (1994) y «Mester de Hechicería» (1995), del que hemos extraído los sonetos presentados.

MESTER DE HECHICERIA

Dedicado a la alquimia, me extravío
por palabras con rápidos y lagos,
repito invocaciones que los magos
crearon como gotas de rocío.

A convertirme en luz me desafío,
en verbo transparente, en el imago
del primer hechicero cuando vago
orbitando los astros del estío.

Con arcanas presencias delibero,
entonces levitando me libero
de mi esqueleto y vuelvo a ser un sueño.

Mi lenguaje es la linfa misteriosa
que bautiza la vida y cada cosa
aroma como un sol en su despeño.

AL HACER EL ARQUEO

(a José María Lopera, España)

Huyo de mí. Me fugo de mí mismo,
me escurro de esta sed devoradora,
de mi casa de vidrio, trinadora,
para caer de bruces en mi abismo.

Si no escapo de mí siento un gran sismo
recorrer mi palabra que colora:
mi tránsito, mi rosa vencedora,
este vagar que es todo un exorcismo.

Reniego de este oficio de cometa
en órbita de luces, al poeta
que me conmina a reescribir mi historia.

Porque es juego la vida que sostengo
y, al hacer el arqueo, lo que tengo
es un libro con voces ilusorias.

RENOVACION

(a Anagilda Garrástegui, Puerto Rico)

Renovar la mirada, ver ahora
más allá de la muerte y su guarida,
más allá de la patria conmovida
donde el alma se vierte y atesora.

Renovar la palabra salvadora
más allá de la nota sostenida,
más allá donde el verbo azul anida
y se aprende una lengua trinadora.

Renovar la emoción y complacerse
con la mínima lumbre, conocerse
en cada verso escrito, en cada rosa.

Renovar la pasión hasta encontrarse
en medio del incendio para darse
como el agua que corre melodiosa.

AUTOPERDON

(a Adriana Merino, España)

Me perdono esta sed siempre creciente
que me dona esta añil desesperanza
y esta larga impaciencia que no alcanza
para hacerme del mundo independiente.

Me perdono esta música impaciente
por años destinados a labranza,
preparando una siembra sin tardanza,
esta antigua balada por simiente.

Me perdono también esta escritura,
sueño de fantasías y ternura
que a cambio de sonrisas: canto y dono.

Me perdono el haber soñado tanto
en medio del amor o del quebranto.
De asonar una vida: me perdono.

DE VUELTA DE MI ERRANCIA…

(a Antonio de Undurraga, Chile)

De vuelta de mi errancia me decido
a repasar recuerdos ya muy vagos
mientras busco en mis sueños y me embriago
con el vino incoloro del olvido.

Me asomo a mi atalaya preferido,
como un barco sin lumbre, como un mago
que perdiese la vida. Me deshago
del ansia de llorar lo que he perdido.

Empiezo a transitar calladamente
por palabras dormidas en mi mente
hasta sentir su música despierta.

Descubro que nací de alguna ola
sin patria, sin riquezas, sin aureola,
con esta herida eternamente abierta.

PREGUNTAS

(a Carmen Castillo (+), Chile)

¿Quién soy? ¿Qué me produce el sangramiento
constante de palabras y delirios?
y en vez de corazón ¿por qué este lirio
que me deshoja en cada parlamento?

¿Y qué será este largo alumbramiento
a que estoy sometido? Soy el cirio
que oficia de verdugo en su martirio
esperando su fin sin un lamento.

¿Cuál es mi rostro azul, definitivo,
que no me reconozco? En el espejo
otro sonríe en mi lugar o llora.

¿Y cuál será mi voz? ¿Para qué vivo?
Mi nombre urdí y ahora lo destejo.
Es mi oficio, Señor, hora tras hora.

PAGUE

(a Carlos Baos Galán, España)

Pero encontré en mí mismo una vertiente
para decir lo que la mano escribe,
para decir lo que la sangre inscribe,
para decir lo que la carne miente.

Busco mi corazón entre la gente.
Porque me di, mi torpe ausencia exhibe
lo que el mundo inclemente le prohíbe
enarbolar: su enseña transparente.

Pagué con mi palabra haber vivido
al borde casi mismo del olvido,
así pagué soñando a mi manera.

Pagué por este juego de abalorios
para ver si al final, en mi velorio,
acude Dios a darme cuanto quiera.

NO IMPORTA QUE YO MUERA

No importa que yo muera. No hay cuidado.
Tántas veces he muerto, tántas veces
olvidé que vivía a son de preces,
por un ángel de fuego acorralado.

No importa que la muerte en mi costado
grabe sus iniciales. Acontece
que cada tarde mía que fenece
regreso como un Dios enajenado.

Así no me doy cuenta si me obligo
a mentir este rostro, si me ligo
a la estrella profunda que me crea.

Vivo esta algarabía de morirme
y no sé si alegrarme o maldecirme
por este fabular que me recrea.

ESCRIBIR Y SENTIR

(a José Roberto Cea, El Salvador)

Aún espero escribir como las olas
componen su canción sobre la arena,
como se graba el mar en la serena
espiral de las muertas caracolas.

Espero dar a luz la barcarola
que navega en mi sangre y que resuena
mil años acunándome la pena
de esta mudez que va a extinguirse sola.

Escribir y sentir que por mí vaga
un fantasma de aromas y me embriaga
hasta creer que estoy creando un sueño.

Y escribir con palabras trasegadas
por un Dios en mi sangre, en la invernada,
y mentirme otra vez que soy su dueño.

HACIA LA MUERTE

Era la infancia entonces mi alegría,
navidad permanente donde andaba
mi corazón, la música le daba
una rosa de sueño y fantasía.

Después la juventud nos dirigía
a una tierra de sol, nos cautivaba
con su espiga de amor, nos asomaba
a una tierra de luz y poesía.

Y luego, a medio día, el pleno goce,
cuando la piel se ufana y reconoce
tiempos de plenitud, de poseerte.

Por el atardecer nos asilamos
en nosotros, las sombras evitamos…
Nos vamos deslizando hacia la muerte.

NADIE DESCUBRIRA

Nadie descubrirá de dónde vengo,
ni yo que desde siempre he pretendido
saberlo, ni una pista he conseguido.
Es un karma inflexible que sostengo.

Soy feliz en mi búsqueda pues tengo
trabajo inexcusable y encendido
mi fanal en la proa, suspendido,
para saber qué pájaros contengo.

Nadie conocerá mi procedencia
ni la razón de ser de esta existencia
con derrumbes internos, desvelada.

Ni yo he de saber nunca lo que busco:
si es Dios quien me conduce o si conduzco
esta nave en que voy hacia la nada.

PORQUE SOÑE

(a Marosa Di Giogio Médisis, Uruguay)

Porque soñé tengo ganado el cielo.
Porque soñé dormido, hasta despierto,
he podido escribir mi desconcierto
transitando las calles del desvelo.

Mi poemar ha sido mi consuelo
si no hubiera cantado hubiese muerto,
me habría convertido en un desierto:
sin luces, sin aromas y sin vuelos.

Esta lírica estancia me hace vivo,
es el único reino que concibo
para gozar mi libertad completa.

Porque soñé los mundos que he cantado
me siento por demás gratificado
con este duro oficio de poeta.

CINCUENTA AÑOS DESPUES

(a mi madre, María Kästen de Larrahona)

Cincuenta años después volví a la casa
de infancia donde nadie me esperaba,
no estaban mis hermanos, ya no estaban
mis padres. En verdad el tiempo pasa…

Cincuenta años después ninguna brasa
resta de nuestro fuego. Deseaba
reencontrarme con todos, anhelaba
besarles otra vez. Pero la casa…

no era la misma: el rostro le cambiaron,
las rosas de la madre se trocaron
en un danzar de blancas mariposas.

No era la misma. No existía nada:
latidos ni canciones tan amadas…
En medio siglo pasan tantas cosas.

SUPERO

Supero la pequeña ambivalencia
de ser poeta a veces, luego mago,
en un país que invento, donde vago
sin parientes, sin voz, sin descendencia…

Supero este trayecto. Mi experiencia
dice que soy un sitio de rezago
en donde lentamente me deshago
de mi carne, mis huesos y mi ciencia.

Supero lo implacable del destino,
le tuerzo el cuello al mundo, me empecino
en superar que soy un sueño, acaso…

Supero, por demás, esta avería
desangrándome a diario la alegría
que me allega la muerte paso a paso.

INVENCIONES

(a Fredo Arias de la Canal, México)

Para existir hay que inventarse un mundo,
alimentarse sólo de invenciones,
eliminar ocultos nubarrones
y morar solamente en lo profundo.

Para existir mis sueños yo confundo
con la naturaleza, las versiones
más cercanas al fiel de mis visiones.
Para existir demencias yo difundo.

Paladeo los mitos, los convierto
en episodios lúcidos. Despierto
sólo en países siderales donde

amar es nuestra única divisa,
donde lo más sagrado se improvisa,
donde sólo la dicha te responde.

MI SUBSTANCIA

(a José y Alicia Oxholm, Puerto Rico)

Al parecer no tengo escapatoria,
vivo dentro de mí en un largo exilio,
como si me impusieran un idilio
con un alma que liba en otra noria.

Me moriré de mí. Tan sólo escoria
restará de esta luz, porque mi cirio
se extingue como un sol en su delirio
como una singular jaculatoria.

Al parecer, es esta mi sentencia:
cantar eternamente, sin clemencia,
como el grillo que acaba iluminado.

Al parecer, yo soy mi desafío
y esa barca que va por dentro mío
me conduce hacia el nunca, desterrado.

VENGO DEL SUEÑO

(a Marco Antonio Corcuera, Perú)

Vengo del sueño. Me dirijo al sueño.
Un eterno retorno me concita
al camino de siempre, me recita
las palabras azules que ahora enseño.

En el sueño me encuentro, me despeño
en el abismo que mi sangre imita
para llegar dormido a la infinita
soledad donde creo ser mi dueño.

Vengo del sueño, desde un Dios futuro.
Traigo mi corazón pleno, maduro
y limita mi voz con el desvelo…

Vengo del sueño. Al sueño me dirijo
y creo ser feliz… Se me bendijo
con este oficio que es mi propio cielo.

ME MUERO

(a Oscar Abel Ligaluppi, Argentina)

Me muero solamente de mí mismo,
de feliz, de dolor, de solitario,
de enamorado, de crepusculario,
de saborear mi sed, mi propio abismo.

Me muero de pasión, jamás el mismo,
de plenitud enfermo, sin salario,
sin estación, con este epistolario,
me muero como un Dios, de servilismo.

Y me muero quizás de tanta vida,
de escribir desde el fondo de mi herida,
de sangrar mientras sueño, sin motivo.

Porque me muero por morir. Me muero
por el placer de huir, porque prefiero
soñar que en mi recreo estuve vivo.


MARIA LUISA LAZZARO LOCASTO (Caracas, VENEZUELA, 1950)

Profesora Titular de la Escuela de Letras de la universidad de Los Andes, Mérida, Venezuela. Tiene a su cargo el Fondo Editorial La Escarcha Azul. Ha publicado, entre otros libros, «Poemas de Agua» (1978), «Fuego de tierra» (1981), «Arbol fuerte que silba y arrasa o penúltimos boleros» (1988), «Viaje inverso, sacralización de la sal» (1985), «Habitantes de tiempo subterráneo» (1990) y «Para qué sirven los versos» (1993).

Soy una partícula ínfima…

Soy una partícula ínfima
ubicada en alguna parte del inmenso añil del universo

Algunas veces me hago gránulo notorio
que interrumpe la homogeneidad armónica del azul
Entonces mi corazón humano palpita fuerte por la separación
Pero es la hora
El instante de hacernos cuerpo para sentir

La inmensidad se hace rosa, cada vez más intenso
Nazco a un mundo algunas veces blanco,
algunas veces negro, verde, escarlata
Dentro hay una cascada transparente que hace circular el blanco
como el arcoiris antes de romperse en mil colores
El violeta sostiene en una quietud
parecida al momento en que era partícula indiferenciada

Ahora soy piedra gris
insignificante ante las maravillas del ópalo, la turquesa, el rubí
Pero libre de ser ambicionada hasta perderme
Aparentemente ruedo sin rumbo,
la memoria de aquel azul me va guiando de vuelta

Antes me detengo a contemplar los prodigios que estos mundos
engendran
Al tiempo que se va transmutando
la cálida memoria del fuego milenario que nace en las entrañas
En esos instantes los corazones se multiplican como panes
y empiezan a crecer tanto
que se hacen uno
montaña que alberga ríos, lagunas
árboles, pájaros, conejos, ardillas
también buitres y serpientes recorren las laderas buscando
ascender
Algunas veces uno que otro arbusto
se desliza erosionando una parte importante del enorme corazón
Como si fuera la manera de llorar las montañas
Sigue creciendo, esta vez hacia adentro
Se hace raíz profusa y múltiple
que se adentra al magma purificador
Se alimenta y retoma el ascenso para seguir rodando
Esta vez como semilla que crece trigo
Como luz dorada que se rehace fuego
Pan blanco blanquísimo
dorándose también
Y se hace comer suave crujiente
oloroso a levadura de los primeros tiempos

Ahora torno estrella
luz que resplandece
Es el mismo universo donde fui partícula
Regreso al azul, estrella indiferenciada
No sé cuál soy
pero sé que soy y estoy

Luz dorada, luz blanca, azul, rosa, violeta
agua, viento, fuego, tierra
Grano de tierra fértil
negra, amarilla, roja
Hilacha ardiente de fuego
Ráfaga de viento que se esparce
Gota de agua de cascada, de mar
Nube disuelta en el aire
Brasa encendida
Brasa apagada
Brasa que abrasa el fuego
Carbón antiguo
Carbón nuevo
Sonido inatrapable
Agua que se bebe límpida
Fuego que consume y se deja consumir dócil
Tierra que se hace magma
Y vuela polvo indiferenciado de la nada
Y se disuelve en el firmamento
En el agua azul del infinito azul
Paz


JAIME MARTINEZ SALGUERO (Sucre, BOLIVIA, 1936)

Bioquímico, Académico de la Lengua, profesor universitario. Colabora con las revistas «Signo» y «Anales». Ha publicado los siguientes libros de poesía, «Cuando el dolor Florece» (1960), «Moradas Iridiscentes» (1984) y «Polen del Tiempo» (1990).

AL PADRE DE LA LUZ FLORIDA

Padre de fuego vivo
que te derramas por mi piel
y te incrustas en mi hueso,
aquí estoy
sentado en un rincón del tiempo,
observando como desciende la vida
sentimiento a sentimiento,
sobre esta arcilla
torturada por lo infinito.

Dentro de mí
siento como tu ojo,
que es pura pasión viva,
se hace luz en mi tiniebla
y la redime
con sonrisa tan tenue…

Canora, repica dentro de mí,
la mirada con que sostienes
el aliento de este aliento
que es columna de mi nervio
y cimiento de cuanto soy.

Tú eres el dulce zumbido
de esta inquietante abeja
que forma la miel de la tranquilidad
en este panal de años despiertos
que construyen mi existencia.
Mas, también,
Padre de la luz florida,
eres el rayo que parte el núcleo
de mi célula más entrañable
con el ardiente fuego
de tus incendiarios desdenes
que acallan mi verbo
y retuercen mi idea,
a la hora de la duda.

No comprendo,
Padre de las distancias sonoras,
por qué el silencio
debe ser el partero
de las verdades…

IMPROMPTU

A veces,
el peregrino nos hace escuchar
el repique del amor
que se levanta
de la húmeda entraña de la tierra
como perfume del suspiro de Dios
y satura al pétalo del aire
que se mece en el pecíolo de la luz
para recordarnos que somos
aroma de sol encarnado.

A veces,
las voces de la tarde
resuenan en el viento
con palabras que se han desprendido
de la hoja suelta,
de aquella que flota en el aire
hablándonos de adioses
con verbos transparentes
que nos llegan
a la médula de la existencia,
y nos suspenden en una cálida brisa
que nos llama desde otro mundo.


JUANA C. CASCARDO (Salto, Buenos Aires, ARGENTINA, 1943)

Poeta, novelista, ensayista. Tiene una gran variedad de publicaciones. Ha editado los siguientes libros de poesía: «Voces de mi Silencio» (1977), «Sonar de Lluvia» (1980), «Caminemos… Poemas para acompañarte» (1982), «Amor y Rosas» (1987), «Tras los opacos cristales del otoño» (1989), «El Equilibrio Utópico» (1989) y «A Flor de Piel». El poema presentado ha sido solamente publicado en separata.

Para Alfi de su hermana Yeni…

Para Alfi de su hermana Yeni
En recuerdo de su memoria

Somos tiempo.
Sí.
Un tiempo de sueño,
De materia
Y Recuerdo…

…Te recuerdo en los juegos
De nuestra infancia tierna.
Cuando juntos trepábamos
A los viejos árboles
Compitiendo siempre
Por la rama más alta;
Creyendo ser pluma
Soñando ser pájaro…

…Te recuerdo corriendo por el camino del Monte
Junto a mí,
Una carrera.
Tú montando el petiso
Y yo la brava yegua;
(La bandida, la llamábamos
Por saltar las cercas)
Desesperados ambos por llegar a la meta.
Porque ninguno de los dos
Aceptaba la derrota en nada…

…Te recuerdo buscando nidos
conmigo y con Griselda
De los distintos pájaros.
Vigilando los pichones
Hasta que tuviesen alas.

Entonces, en un descuido de la madre
Los hurtábamos.
Y pretendíamos criarlos en casa.
Pero, lo que en general pasaba,
Era que nos olvidábamos
De la ubicación de cada nido
Y por eso, los pichones, se nos volaban…

…Te recuerdo levantándote
Cada vez más temprano;
(Para ganarme a mí)
Y encendiendo el fuego
en la cocina de leña, en SALTO;
Poniendo pan a tostar
Y la pava
Para tomar unos mates
Con olor a humo
Envuelto en un poncho
O en una vieja manta…

…Te recuerdo usando anteojos redondos
Que se te resbalaban
Y limpiando con tus puños de lana
Las velas de tu nariz
Que goteaba en invierno,
Cuando te levantabas;
Y escuchando
Tras la puerta cerrada
Las conversaciones de tus hermanas;
Que se sentían mayores
Y que no confiaban al hermano
Temas de mujeres que se desarrollaban…

…Te recuerdo disfrazado
Tú eras el gordo
Y yo, era el flaco.
Te ponías sobre el vientre
Una almohada.
Y yo, respiraba hondo,
Hundiendo mi panza.
Esa representación la hacíamos
Ante un nutrido público
De niños del barrio
Que se reían a gusto;
Que lloraban de felicidad
Con nuestras ocurrencias sanas…

…Te recuerdo saltando
De un tapial a otro
Como a un metro y medio
De distancia;
Y corriendo luego
Para llegar al árbol
(El acacio, que con sus espinas
nos lastimaba)
Del que pasabas al techo
En un solo movimiento
De tus piernas largas…

…Te recuerdo escondido en el ropero
De la pieza nuestra
Detrás de todos los tapados
O tirándonos tu almohada
A la hora de la siesta
O a la noche,
Antes de acostarnos…

…Te recuerdo luego
Ya más grande.
Asistiendo al Colegio Secundario
Con tu saco azul con dos coderas
Que siempre te quedaba corto
De mangas;
Porque tú te estirabas y te estirabas…
No aceptabas mis explicaciones
Porque no tenías paciencia
Para escucharlas.
Entonces creía que era yo
La que no me brindaba
Y sin embargo, eras tú
Quien se rebelaba
Porque en el fondo
Deseabas entender por ti mismo,
Sin influencias de nadie.

…Te recuerdo yendo
A la fiesta de fin de año
Con el cabello cortado por mis manos
Por no perder tiempo en la peluquería,
decías: «que eso no era importante»…

…Te recuerdo rodeado de amigos
Tomando mate en la cocina
Y estudiando
O, haciendo, como que estudiabas.
De buen humor y con el chiste pronto.
Y haciéndote mimar por Nanie.

…Te recuerdo también ofuscado;
Cuando pretendías cosas
Que ninguno te daba.

Encolerizado golpeabas la puerta de la calle
Y te marchabas,
Por un rato…
Cuando regresabas
Ya todo se te había olvidado
Y ponías cara de Santo
Para que todos te perdonáramos…

Un tiempo de ilusión
En la mente que espera.
Un tiempo de realidad
Entre cosas y seres,
Y un tiempo en la noche
De quien se desvela.

…Te recuerdo ya hombre
Brindándote de lleno al trabajo
Realizando sueños
Dejando tu imaginación en cada obra
Entregándote todo
A los seres que amabas
Con el calor de niño,
Con amor de padre.

…Te recuerdo luchador incansable.
Con esa luz de confianza
En las pupilas;
Con el optimismo en tu voz
Con la ilusión de ser útil a la gente
Que te rodeaba.

…Te recuerdo en movimiento
Llenando
Con tu palabra simple

Con tu presencia
Con tu gesto espontáneo
El ambiente, las paredes,
El aire que aspirabas.

…Te recuerdo conversando
Y jugando con mis hijos
Que ya no tienen padre;
Y con tu hijo,
Que prendido de tu pantalón
Te seguía a todas partes;
Y compartiendo con Graciela
las horas que tu incesante actividad
Te dejaba.

…Te recuerdo estático
Sumergido en el silencio
De la muerte.
Esa muerte que tú desafiabas
A cada instante.
Descansando de una vida
Vivida con intensidad de trueno,
Con velocidad de astro…

Somos tiempo.
Futuro, presente y pasado.
Y somos siempre,
Porque el tiempo nos conserva.


ALVARO AGUIRRE CASTAÑO (Sevilla Valle, COLOMBIA, 1963)

Co-fundador de la revista «Juventud Santanderina», director de la revista «Juventud». Ha publicado el libro «El hombre no Sabe Nada» y tiene en preparación «Y la Guerra para qué» y «Cultivadores de la Poesía». Actualmente estudia la licenciatura en español y Literatura en la Universidad del Quindio de Armenia con sede en Sevilla Valle en la UNITEPS.

EL ABUELO

El abuelo
hoy quiso contarme algo
el abuelo de las guerras y la paz,
enseñarme con un cuento
lo que fue su infancia y su soñar.

El abuelo
tiene de las noches el negro,
de los días los silencios y susurros,
y en su árida frente
las arrugas y el sudor.

Tiene los cabellos claros
y en sus ojos la tristeza de un amor
que desde niño, lo guarda melancólico y sereno
en el sótano de su corazón.

Como hombre, un señor;
como niño un travieso, ermitaño y soñador.

El abuelo
¡Cuántas cosas sabe!
es un océano con tormentas de sabiduría
y sereno en el amor.

El abuelo es una canción
que fluye con ritmo acompasado
que late a fuerza de tumbos y vaivenes
enunciando la razón.

Su edad es marcante
como el calendario de los siglos.

Es un día lleno de humo y batalla
en un mundo de luchas y tropiezos
de bellos horizontes y lejanos ecos.

Abuelo, la piedra que te nombra
se ha ido con mis lágrimas
como se van las sombras
escritas en mis páginas.

El abuelo,
es una sombra que el mundo va cubriendo.

HE VENIDO CONSTRUYENDO SUEÑOS

Con pedazos de madera,
Con pedazos de adobe

He venido construyendo sueños
Con mis manos toscas y duras
He venido construyéndolos con mi propio cansancio

Los he venido construyendo con paciencia
y sapiencia de mis semejantes

He venido construyendo sueños a empujones
he venido construyendo sueños mientras miro
y siento pasar entre tumbos y vaivenes esta guerra,
esta lucha que no se va…

He venido construyendo sueños tan despacio
que ahora vivo en la realidad

He venido construyendo sueños
en un mundo que aguanta todo

en un mundo que revienta por la paz.