PEBdE, Número VEINTISÉIS, junio 1995

La cita

Nunca me digas adiós
que es una palabra triste
corazones que se quieren
nunca deben despedirse…

(…esta copla se la escuché a mi padre y éste a su vez la aprendió de mi abuela, ignoro su procedencia, sabemos que no importa…)


ATENCION

Es bueno, de tarde en tarde, hacer un alto en el viaje y revisar la alforja. Es bueno recordar, releer a quienes formaron nuestras primeras concepciones del mundo y de la poesía, volver en nuestros pasos, reconocer en esas voces tiempos idos…

Somos muy dados a vivir negando y renegando de nuestras fuentes… Es fácil liquidar el pasado de un plumazo, pero es torpe… Somos lo que somos por los que nos precedieron, por los que cantaron antes, por los que amaron antes, por los que antes murieron.

Somos un puente. Un enlace entre las voces que fueron y las voces que serán. Todos somos, de alguna manera, padres e hijos. Tomamos y transmitimos. Recogemos y dejamos. Es la unión de nuestros efímeros instantes lo que constituye la eternidad.

Somos el futuro de nuestros padres y el pasado de nuestros hijos. Somos causa y efecto. Somos el perfecto movimiento de la vida que se repite para negarse y se niega para repetirse…

Morirse es un poco ceder el campo a los que vienen. Podemos dejarles un camino seco, sin raíces, sin pasión, abandonado o sembrarlo de flores y recuerdos, de ejemplos y de nombres, de amores que nunca serán definitivamente del pasado…


CESAR VALLEJO
LOS PASOS LEJANOS

Mi padre duerme. Su semblante augusto
figura un apacible corazón;
está ahora tan dulce…
si hay algo en él de amargo, seré yo.

Hay soledad en el hogar; se reza;
y no hay noticias de los hijos hoy.
Mi padre se despierta, ausculta
la huida a Egipto, el restañante adiós.
Está ahora tan cerca;
si hay algo en él de lejos, seré yo.

Y mi madre pasea allá en los huertos,
saboreando un sabor ya sin sabor.
Está ahora tan suave,
tan ala, tan salida, tan amor.

Hay soledad en el hogar sin bulla,
sin noticias, sin verde, sin niñez.
Y si hay algo quebrado en esta tarde,
y que baja y que cruje,
son dos viejos caminos blancos, curvos.
Por ellos va mi corazón a pie.


JOSE SANTOS CHOCANO
PROFESION DE FE

Seamos los artistas fuertes como el arcano.
El arte es en la vida como un crüel tirano,
que hace una noche sólo para hacer una estrella…
¿Qué vulgo es atractivo, ni que ruindad es bella?

Los harapos no pueden llegar a los altares
en donde la belleza desgrana sus collares
en la copa en que el vino bebe en los labios rojos:
la sordidez no es grata para los lindos ojos.

Reposará la mano del Cristo en la cabeza
que no sabe de rosas; pero el bien no es belleza.

Bella es siempre la mano que, entre el mórbido guante,
empuña la áurea copa o esgrime con desprecio
el florete que vibra nervioso y resonante…

¿El mal no es bello, a veces, en la Naturaleza?

Tal haré de mi vida como un estuche fino
de puñal toledano o estoque florentino:
blando, en sus apariencias de manso terciopelo;
y fuerte, en su tesoro de imposición y duelo.

Fluye a la empuñadura de mi arma cuando late
dentro de mí; yo rifo todo en cada combate;
y es porque, al fin, seguro de mi propia conquista,
no aspiro a ser ni bueno ni malo, sino artista.

Y es así como el diálogo entre Dios y yo empieza:
-¿Hiciste el bien?
-No siempre; pero sí la Belleza…


MIGUEL HERNANDEZ
ELEGIA

(En Orihuela, su pueblo y el mío, se me ha muerto
como del rayo Ramón Sijé, con quien tanto quería)

Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.

Alimentando lluvias, caracolas
y órganos mi dolor sin instrumento,
a las desalentadas amapolas

daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa a mi costado,
que por doler me duele hasta el aliento.

Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.

No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.

Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.

Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.

No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.

En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofes y hambrienta.

Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte a parte
a dentelladas secas y calientes.

Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte.

Volverás a mi huerto y a mi higuera:
por los altos andamios de las flores
pajareará tu alma colmenera

de angelicales ceras y labores.
Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.

Alegrarás la sombra de mis cejas,
y tu sangre se irán a cada lado
disputando tu novia y las abejas.

Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.

A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.


ANTONIO MACHADO
LA SAETA

«¿Quién me presta una escalera,
para subir al madero,
para quitarle los clavos
a Jesús el Nazareno?»

SAETA POPULAR

¡Oh, la saeta, el cantar
al Cristo de los gitanos,
siempre con sangre en las manos,
siempre por desenclavar!
¡Cantar del pueblo andaluz,
que todas las primaveras
anda pidiendo escaleras
para subir a la cruz!
¡Cantar de la tierra mía,
que echa flores
al Jesús de la agonía,
y es la fe de mis mayores!
¡Oh, no eres tú mi cantar!
¡No puedo cantar, ni quiero
a ese Jesús del madero,
sino al que anduvo en el mar!


JUAN GONZALO ROSE
MEDIANOCHE A LOS CUARENTA

El sueño no está en mi sangre.
Está en mis ojos, cual un idiota
gris y presumido.
¿Y si mañana me muero?
¿Y si me muero antes
de mañana?
Terror vestido.

No es el temor
a la muerte, es un simple
miedo al sueño.
Miedo a perdernos la rosa
cuarenta veces buscada
que solamente esta noche
puede ofrecerse gozosa.

No es el pánico a la nada.

Es el amor a la rosa.


MANUEL MACHADO
CANTARES

Vino, sentimiento, guitarra y poesía
hacen los cantares de la patria mía…
Cantares…
Quien dice cantares, dice Andalucía.

A la sombra fresca de la vieja parra,
un mozo moreno rasguea la guitarra…
Cantares…
Algo que acaricia y algo que desgarra.

La prima que canta y el bordón que llora…
Y el tiempo callado se va hora tras hora.
Cantares…
Son dejos fatales de la raza mora.

No importa la vida, que ya está perdida;
y después de todo, ¿qué es eso, la vida?…
Cantares…
Cantando la pena, la pena se olvida.

Madre, pena, suerte, pena, madre, muerte,
ojos negros, negros, y negra la suerte.
Cantares…
El ellos el alma del alma se vierte.

Cantares. Cantares de la patria mía.
Cantares son sólo los de Andalucía.
Cantares…
No tiene más notas la guitarra mía.


MARIO BENEDETTI
PASATIEMPO

Cuando éramos niños
los viejos tenían como treinta
un charco era un océano
la muerte lisa y llana
no existía

luego cuando muchachos
los viejos eran gente de cuarenta
un estanque era océano
la muerte solamente
una palabra

ya cuando nos casamos
los ancianos estaban en cincuenta
un lago era un océano
la muerte era la muerte
de los otros

ahora veteranos
ya le dimos alcance a la verdad
el océano es por fin el océano
pero la muerte empieza a ser
la nuestra.