PEBdE, Número VEINTISIETE, julio-setiembre 1995

La cita OSCAR HAHN «¿Por qué escribe Usted?»

Porque el fantasma porque ayer porque hoy:
porque mañana porque sí porque no
Porque el principio porque la bestia porque el fin:
porque la bomba porque el medio porque el jardín
Porque góngora porque la tierra porque el sol:
porque san juan porque la luna porque rimbaud
Porque el claro porque la sangre porque el papel:
porque la carne porque la tinta porque la piel
Porque la noche porque me odio porque la luz:
porque el infierno porque el cielo porque tú
Porque casi porque nada porque la sed:
porque el amor porque el grito porque no sé
Porque la muerte porque apenas porque más:
porque algún día porque todos porque quizás
«¿Por qué escribe Usted?»
OSCAR HAHN (Chile, 1938)


ATENCION
Dicen que hay mucho de locura en esto de la poesía, dicen que dedicarse a ella no pasa de ser un entretenimiento de adolescente, no lo creemos…

En abril de 1993 dos estudiantes de Derecho se confabularon para publicar un tríptico dedicado exclusivamente a dinfundir poesía. Hartos de ver cómo nacían y morían con la misma facilidad revistas literarias, se decidieron a dar a luz una publicación «que no se quedase…». En Junio de 1994, y después de trece números, los trípticos se convirtieron en una «revistita» de ocho caras. Hoy, con veintiséis números, terca y obstinadamente entregados, podemos llegar a Ustedes con esta revista. Iniciamos esta Tercera Etapa con el mismo entusiasmo y con las mismas ilusiones de entonces…

¿Por qué…? Porque más allá de trampas y barreras, más allá de muertes y naufragios, soñamos, producimos y creemos, sin viejos antifaces ni caretas, sincera, sencilla y profundamente humanos…

No sabemos el fin de la carrera, solamente sabemos que avanzamos…


PEDRO MARDONES BARRIENTOS (Ninhue, CHILE, 1928)

Profesor, poeta, ensayista y comentarista literario. Actual Presidente de la Casa del Poeta Chileno-Peruano. Ha publicado «Campanas de Tiza» (1982), «Juglar de los Inviernos» (1983), «Vasallos de la Muerte» (1989) y «Cantos al Hondero Entusiasta» (1993).

Yo, tú, él, nosotros, mi familia: el mundo

(En el Año Internacional de la Familia)

1
INVOCO TU NOMBRE, PADRE, EN LA ULTIMA DECADA
estremecido el corazón en sus raíces más profundas
por este duro ejercicio de lobos. Dos mil años más
sin descubrir la Palabra que nos lleve a la Luz.
Disputándonos cada siglo Caínes y Abeles enceguecidos
por cualquier causa en distintos lugares del planeta
aceptando que el gusano establezca su imperio entre los hombres.
Duermen en todos los rincones crucificadas palomas
oh Tierra maravillosa que nunca has podido descansar en paz
y el verbo multiplicado del poeta continúa repitiendo:
«Venid a ver la sangre por las calles, venid a ver la sangre…»
en Ruanda, Sudáfrica, Sarajevo, Hebrón, Gorazde…
¿Cuántas otras se agregarán al último noticiario de esta noche?
Mis muertos… todos los muertos claman: ¡déjennos dormir en paz!
INVOCO TU NOMBRE, PADRE, EN LA ULTIMA DECADA.

2
ESTOY FRENTE AL TELEVISOR QUE SANGRA Y LA PAGINA NEGRA DEL DIARIO
y te evoco, padre. Cuando pájaros pequeños nos arrimábamos
a tu recia sombra de árbol sureño el más alto de la aldea
el más bello refugio florido aurorado de estrellas.
Sobre tu cabeza sostenías el andamiaje rural y celeste
de los difíciles primeros tiempos en que plantas y aves
eran el único silabario para deletrear la naturaleza
hecha miel en las abejas del aromado jardín solariego
donde la abuela -oráculo familiar- sembraba ilusiones y esperanzas.
ESTOY FRENTE AL TELEVISOR QUE SANGRA Y LA PAGINA NEGRA DEL DIARIO.

3
MAS NO ESTABAS SOLO EN LA PRODIGIOSA TAREA DE SEMBRAR.
Una mujer frágil izaba el velamen juvenil y fragante
de sus canciones domésticas dialogando con los queltehues
y peumos silvestres en los faldeos del cerro Ninhue
coronado de nubes como un severo dios antiguo.
Cuántas veces el rojo delantal de loica
amaneció tendido en los cordeles húmedos de escarcha
secándose con nuestra ropa entre el carbón y el humo
o en las quebradas la sombra levantaba sus tiendas al caer el sol
y el crepúsculo ennegrecido de tordos con su oleaje oscuro
invitaba a las luciérnagas a encender su diminuta farolería.
MAS NO ESTABAS SOLO EN LA PRODIGIOSA TAREA DE SEMBRAR.

4
ENTONCES, MADRE, RECUERDA ENTONCES…
Boyero guiaba su yunta cósmica entre las Pléyades
por los virginales sembradíos del cielo y Aldebarán
ensayaba su sinfonía de luces junto a la Osa Mayor.
De tanto mirar las estrellas el corazón se nos volvía transparente
contemplando el fulgor vertical de la Cruz del Sur
vivo memorial de aquella Otra pendiente a la cabecera
de nuestro lecho para el calvario de cada día
y la batalla del pan esquivo cual en toda mesa de pobre.
ENTONCES, MADRE, RECUERDA ENTONCES…

5
LA ABUELA ERA EL MATE CON CEDRON Y AZUCAR QUEMADA
las flores las aves y el rosario de juncos en invierno
en la novena de la Virgen del Carmen con roscas y mistela
el ancho espacio del cariño la palabra sabia
y la mano siempre dispuesta a la ternura.
Tú, madre, eras el ángel matinal trayendo el café humeante
y las tostadas con miel o mantequilla de campo
sobre la cocina desnuda nos saludaba el pan vahoroso…
Gracias por la comunidad de intenciones en cada mañana
cuando tu imagen entraba en nuestro corazón
aún vestido de blanco con la gozosa presencia
de la luz filtrada en las ventanas de la casa.
Eras puerta de horizontes abiertos hacia el mundo
que aguardaba por nosotros cada tarde al volver del colegio
cántaro de agua fresca y clara para nuestra sed adolescente
buscadora de caminos que ya comenzábamos a vislumbrar
racimo dulce con harina tostada desplegando moradas estandartes.
LA ABUELA ERA EL MATE CON CEDRON Y AZUCAR QUEMADA.

6
AHORA PASTOR SOLITARIO APACIENTO REBAÑOS DE NOSTALGIA
en la llanuras del alma evocando a los hermanos que partieron:
ciudadanos del tiempo Vasco y Eduardo habitantes de la estrella
que no nace rumbo a la galaxia desconocida donde duermen
los antepasados en la morada elegida. Aquellos que nos dieron
un nombre y un destino van girando en los círculos de la muerte
hasta que llegue el momento final cuando volvamos a ser familia
otra vez la indivisible tribu buscadora del mañana.
Todos reunidos disfrutando del mismo fuego ancestral
multiplicando el pan y el vino de la felicidad
de quienes amando compartieron todo cuanto tenían:
unos escasos metros de tierra con árboles y cielo
una sencilla casa de adobes y tejas campesinas
un pequeño refugio de paz en días de tormenta
unas manos y un corazón para dar gracias a Dios
sin olvidarnos del prójimo que uno mismo.
AHORA PASTOR SOLITARIO APACIENTO REBAÑOS DE NOSTALGIA.

7
CONTEMPLANDO A LA PEQUEÑA JAVIERA DORMIDA ENTRE MIS BRAZOS
oigo decir a mi hijo que mañana irá al colegio
y el largo cansancio del camino largo me sacude los huesos.
Bandadas de palomas incoloras emigran de mis ojos
oscureciendo ese breve momento pleno de felicidad
que la vida me regala. Siento que no ha sido en vano
este peregrinar de jardinero heredado de mi abuela
en esos lejanos días cuando se fue deshojando como Margarita
de un juego infantil casi olvidado: «Me quiere mucho, poquito, nada…»
CONTEMPLANDO A LA PEQUEÑA JAVIERA DORMIDA ENTRE MIS BRAZOS.

8
EL RUMOR DE UTENSILIOS DOMESTICOS NOS CONVOCA A LA MESA
e Inés con mi nuera preparan la vajilla del domingo.
Ilumina el mantel un ramo de flores amarillas recién cogidas
mientras las campanas aledañas de San Nicolás de Bari
predican la Buena Nueva en quietud dorada del mediodía.
Un tintinear de copas se une a la bendición del pan
y el vino generoso enciende de ternura las palabras
alegrando el corazón de «mi familia» reunida en otoño.
EL RUMOR DE UTENSILIOS DOMESTICOS NOS CONVOCA A LA MESA.

9
ENTONCES VIEJOS NOMBRES DE LA INFANCIA ACUDEN A LA CITA:
Francisco y Margarita Pedro y Julia Floridor y María
Carmen Berta Baudilio Leopoldo Romualdo
abuelos padres parientes maestros amigos
todos pusieron algo de su vida en el frágil edificio de mi alma
perfumada de naranjos. Ellos sostenían sobre mi cabeza
el andamiaje rural y celeste de los más bellos tiempos.
ENTONCES VIEJOS NOMBRES DE LA INFANCIA ACUDEN A LA CITA.


MAURICIO PISCOYA (Lima, PERU, 1966)

Poeta, musicólogo y redactor literario. Los poemas presentados pertenecen a su libro inédito «MEMORIA DE ODISEO» (1987-1994-Selección)».

AMOR DE ODISEO

«¡Circe, noble diosa de los
hermosos cabellos! Mi destino
es cruel. Como iba resuelto
a perderme, las sirenas
no cantaron para mí.»
JULIO TORRI
Nada…
No escucho nada.
Todo era mentira.
Ahora sé que no existen.
Viejas historias
para asustar marinos…
Viejas historias
que el mar cuenta para enamorar.
Siglos de historia
se derrumbarán.
Pero a mis compañeros
yo diré:
Se están mudas
para quien quiera escucharlas.
O tal vez:
Ah, hombres, era el mar
era el mar
con su voz de sirena embravecida.
O tal vez no diga nada…
Tan sólo pensaré
en un rostro que me espera
del otro lado del mar…
Y mis compañeros, al verme,
creerán que en verdad
habrá llegado hasta mí
un canto misterioso
y sin nombre.
Sólo que en esto último
ellos habrán de equivocarse.
…Oh, Penélope.

EL POETA CIEGO

«Pero ocurre precisamente que los cantores de profesión
que habían en la antigua Grecia solían ser ciegos que
adoptaban el único oficio para el cual servían, y omeros,
en lengua griega no significa más que ciego…»
RAMON D. PERES – «Historia Universal de la Literatura»

Homero, o tal vez
el último de los nombres
con que fuera conocido
el legendario Odiseo
mientras permaneció
entre los mortales
(aquí el tiempo es ahora
sólo una amable ilusión).
Desafiando su propio destino
emprendió viaje una vez más,
disfrazó su agudísima astucia
tras disimulada ceguera
y su naturaleza errante
lo proclamó hijo
de siete ciudades.
Mucho antes que ningún otro
se cantó a sí mismo,
y al perdurable amor
puso por nombre Penélope
e Itaca al lugar
donde todos queremos llegar,
al lugar donde pertenecemos.
Y a la futilidad de la fuerza
ante el ingenio, la llamó Ilión.
De joven fatigó los mares
y conoció a las sirenas;
ya anciano las superó
largamente con su canto.
Cambió el terrible arco
por otro menos mortal,
mas cadencioso,
antes de ascender
al único Olimpo
donde perviven
bestias, hombres y dioses.
Esta y otras bondades
nos concede la Literatura.

LAMENTO DE ARIADNA

«Fuiste cruel, Teseo,
¿Qué habrá dicho la infeliz
al despertarse?»
PAVESE «Diálogos con Leucó»
Qué decirle al mar
cuando me envuelve
Decirle
que tus ímpetus marinos
devastan
mis naos y mis peces
Decirle
que en tus brazos
salinos y espumosos
las islas de mi piel
amenazan
con hundirse
y algo en mí resopla
y se estremece
Decirle
que en tus
profundidades
el abrazo es
mucho más fuerte
la fauna irrepetible
y el alba
placentera
Aunque al final
yo desespere de ti
tendida en la playa
como un bote
que espera zarpar
de madrugada
cuando el mar helado
promete
y no regresa.


ROBERTO EUDOCIO ESPINOSA CARRERA (Ica, PERU, 1942)

Estudió en el Colegio «San Luis» de Barranco y en el Colegio Militar «Leoncio Prado». Diplomado en Administración por la Escuela Superior de Administración de Empresas, ESAN. Director del Taller «Garabatos Literarios» de Barranco, «dedicado a la promoción de la fuerza creativa de la niñez…» Actual Director Nacional de Prensa y Comunicaciones de la Casa del Poeta Peruano, CADELPO. Ha publicado diversas plaquetas y un libro de poesía titulado «LOS PRIMEROS PASOS DE UN POETA…(Sembrando ideas hacia el Sexto Continente)» (1989)

PATRIARCA

(Al poeta Don OSCAR GUIÑAZU ALVAREZ)

Ante un esplendor tímido
por el velo que cubre nuestros días,
fulgura radiante mi recuerdo,
mi espíritu se junta con el tuyo
haciendo que mi pecho
explote de amor por lo vivido.
Nuestros sentidos controlan
el tiempo y la distancia,
nuestro cofre, almacén de recuerdos,
vibra al compás de mis latidos.
La lucha cotidiana de existir
se torna dulce y generosa
al recordar las voces del reencuentro.
Los amores platónicos
como alimento del alma
hacen de la Argentina
mi musa preferida,
mi alma sola,
solícita y solísima
se refugia
en la Villa de sus Dolores.
Lágrimas y alegrías por el mañana
serán la esencia de versos
cuando mi alma vuelva a gozar
de la AMISTAD y la POESIA.

HIJA

POESIA VIVA…
fruto de una vida nueva.
Ideal dormido,
letargo de la humanidad,
despertáre mío.
AYER
Amor inocente,
ignorancia de joven,
experiencia sufrida.
HOY
costumbre cotidiana.
DESTINO
final de un martirio.
VIVA LA POESIA…
MISTERIO
felicidad escondida.
CORAZON,
centro del universo.
CANTO,
emoción del verso.
CAMBIO
VIDA NUEVA…
esperanza de muchos.
ALERTA
actuación consciente.
FRUTO?
POESIA VIVA
ESTEPHANIA
VIVA LA POESIA…

DIVISION

VERDAD
Infinito, entre lo grande y lo pequeño.
YO SOY
Tú eres, entre el alma y el cuerpo.
CONCEPTO
La verdad, entre lo bueno y lo malo.
FRUTO
Resultado entre el entendimiento y la comprehensión.
RELATIVIDAD
Consecuencia, entre la práctica y la lectura.
EXPERIENCIA
Fruto, entre la digestión y la asimilación.
CONSECUENCIA
Resultado, entre la experiencia y la imaginación.
REALIDAD
Vivencia, entre lo creíble y la ficción.
CIENCIA
El arte, entre lo real y la creencia.
SOFISMO
La falsedad, entre el error y la mentira.
LA VERDAD
El corazón, entre la inteligencia y la lógica.


ANGEL GAVIDIA RUIZ (Mollebamba, Trujillo, PERU, 1953)

Ha realizado estudios de Medicina Humana en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, de Lima. Actualmente ejerce como médico internista en la ciudad de Trujillo. Es miembro del «Grupo Literario Greda». Ha publicado en las revistas «Letras» de la Universidad de Cajamarca y «Lluvia». En 1987 publicó su primer libro de poemas titulado «LA SOLEDAD Y OTROS PAISAJES».

CUANDO EL LOBO DE AQUEL SANTO DE ASIS ME DIO POSADA

CUANDO el lobo de aquel Santo de Asís me dio posada
y vi cómo abrigaba de tremenda ternura su guarida
y cuando el cactus me dio su corazón de planta buena
y me dijo «perdón por mis espinas… de pura soledad
fueron creciendo»
y cuando la tierra árida se puso alegre al verme
y a manos llenas me dio de su esperanza
¡qué ganas de llorar… qué ganas!

QUIZA DIOS NO CREO LA SOLEDAD

QUIZA Dios no creó la soledad
quizá la soledad y Dios nacieron juntos
y juntos se amamantaron del seno de una pena
(que venía de lejos…
quizá… quizá por eso
la soledad fue triste
y Dios se hizo distante.

ESTE ES EL POEMA DE LA DUDA

ESTE es el poema de la duda.
Va
viene
y no avanza
pero a su modo lucha o vive
que es lo mismo
porque luce cansado y sudoroso…
Pero el tropel avanza
y lo deja tirado a la vera del camino
como nada
o como algo que fue sin ser bastante o que no fue siquiera…
Y sin embargo
sé que vivió y sufrió
testigo soy
de su saya de lino
y de la tosca vasija en la que solía aderezar sus sueños
testigo soy también que no encontró camino
y que vivió su vida cavilando.

ASUSTANDO PARDELAS

LA posibilidad de emborracharme
y convocar conmigo
a los grandes sorbedores del tuétano del tiempo
rueda por las laderas de este día claro
alborotando hastíos,
silencios
y papeles en blanco.

MURIO EL POBRE JUMENTO

MURIO el pobre jumento
abandonado
sólo mi corta edad lo acompañaba
sólo, no:
gallinazos planeaban por la pampa
el sol cobardemente perdióse tras los cerros
y la piedad como una sombra más metióse entre las grietas de la noche.

NOCHE QUE TE DESHOJAS COMO SI FUERA OTOÑO

NOCHE que te deshojas como si fuera otoño
en gruesas penas
que las he de pisar aunque no quiera
perdona, tengo prisa
no ves mi ropa limpia
no ves mi cuerpo fresco
es que tengo noticias que ha salido el sol
y voy a verlo.


RICARDO ALFREDO AYLLON CABREJOS (Chimbote, PERU, 1969)

Estudió Derecho en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Ha sido ganador de los concursos «II de Poesía Popular» (1992) y «II El Poeta Joven de Chimbote» (1993) Los poemas presentados pertenecen a su libro «ALMACEN DE INVIERNO», de próxima aparición.

IVONNE

Ivonne, ritmo y rotación de deseos con piel que pecan, que saltan y salpican y me bañan. Baile final, baile del cuerpo que termina, que me besa, que se sienta y bebe otro sorbo de cerveza. Ivonne, cabellos y sonrisa; y la penumbra que enjuaga y vuelve el mirar de los hombres y mis sentidos. Detiene las luces de toda la música y la noche. Se apodera de los apelativos que cada ser masculino quiere proponer a su vitalidad.
Mas, Ivonne, Ivonne es mía, mi rotación de dientes y manos y cintura que suspenden la noche y la humanidad. Ivonne es jugo de piel en el centro y en los contornos.
Ivonne es la pregunta en todos los idiomas del deseo pero sólo en mí salta y se detiene y sigue danzando.
Y levanta, perfuma, enciende el aliento de las horas con sus caderas que sudan con esmero el color de su piel. Es mía, un muslo acompañando el compás de sus dedos, y el otro lamiendo el sonido de mis ojos que afinan su sonrisa. Es un baile que pervierte la armonía dulce de su cuerpo.
Ivonne, Ivonne, sus labios húmedos maduran y sofocan la feliz canción del goce, su nombre danzará toda la noche.

LAS PIEDRAS, EL VIENTO, LAS AGUAS

Las piedras, aquellas regadas por donde miremos, no es que estén reprochándonos su origen, sucede simplemente que dormitan leyéndole el destino a nuestras vidas.
El viento, todos, todos los vientos, no es que no sepan cantar en silencio, sino que siempre fueron testigos de las entrañas de los hombres.
Y el mar, o las aguas todas, no significan húmedos mantos que abisman solamente, son además voz y fuente de las allanaciones. Pero nosotros, apagándole el alma a las piedras, royendo el recuerdo de los vientos, negando el ser evidente de las aguas; siendo siempre el tiempo dulce y seco de la muerte.

HUMEDAD Y SOMBRAS

1
Te espero mujer como a la noche, espero lo que sé que vendrá y no me detengo en detallar lo que la noche y yo conocemos de ti.
Sirve de almohada el brazo en dos que apenas respira como animal adormecido. Sirve de sábanas la sombra enorme que lucha en la ventana por no ser pobre ceniza. Sirve de piel el aire que atrapo de ti, mujer, que rasgará tu olor aún ileso.
Fumo de pie, sin mirar la última nube infectada que la noche está desechándonos. Paladeo en un baile la imagen de tus ojos en el umbral; llegarás y no podrás ser sino piel. Y raspo mis rodillas en toda la habitación, dibujo tus muecas genitales, esparzo mi saliva con la memoria de tus vellos que vendrán.
La noche es la hija de los minutos abiertos y desesperados. Llegarás, tomarás tu lugar en mi vida una vez más y caerán las sombras como besos o miradas, negras de mirarnos.

2
Digo, a la sombra entera, que estés hecha del coágulo del cielo a la hora de su olor total a noche. Digo, que cabalgo en un grito a tu llegada humosa, a tu zahumerio, a tu danza paciente de mujer oscura sin sonrisa neta.
Como salida del mar, eres espuma o alga divina y húmeda. Humedad pura de tu circuncentro, de tu boca de deseos; la noche bien sabe de ti y me cuenta de tus meneos mojados para amar.
La noche es una ciudad sin forma para ti, una exclamación que renuncia a tus caricias y me da la espalda, me oye gimiéndote desde su exilio, desde donde ya no alcanzo a leer sus ojos que solían versarte, mujer.
Pero yo no renuncio pues tú eres la araña con sentido que me teje un suéter de respuestas, una luna de fibras que la noche no me brinda, un lucero para mi piel sin razones.
Has llegado y has pronunciado una palabra sabor a lengua que se traduce a la altura de tus caderas, cuando la noche se retuerce lejana en su poder y nosotros la ignoramos, mujer.

3
No escuchamos el descanso, a la contemplación pasiva de los cuerpos. Negamos el juego bruto y reducido que nos quiere hacer caer como en hielo, como almas muertas en rincones.
¿Para qué la paz si nosotros somos universo y noche alborozada?. De lejos nos aplauden acordes de penumbra como tributo, como lucesillas encendidas en nombre del deseo.No nos hemos detenido en espacios, entre hojas o fatiga con que nos tienta la noche, mujer, si ya nosotros somos horizonte, firmamento estallando en sombras.
No nos han de molestar más los flojos susurros del detenimiento, ni el canto inútil que los hombres le aprendieron a la noche.
Perpetuidad, grito, grito, prolongación de dos seres que se yerguen desde una habitación con ventanas suficientes. Llamado entonces del mundo a tus vellos, a mis gesticulaciones proyectadas en el cielo, a tu sangre de hembra desangrándose pletórica en el acantilado negro que de mí parte. Felicidad. Mujer, nunca detengas esta complicidad lograda con tanto trajín, este barullo eterno sin luna ni estrellas.
Te esperé, mujer, para que se nos señale siempre como fundidas islas nocturnas.

EN LOS LINDEROS DE LA MUERTE

Entonces, cuando tenga el alma alquilada, cuando las moradas del aire o todo lo que baje del cielo sonría conmigo pensando en un precio, he de tomar en cuenta urgentemente mis anhelos. No conozco el estío sin nervios que se conduzca hacia el otoño ignorándome.
No sé de la mañana que no hurga en la tarde sin que rehuya mi acoso.
No he oído de lluvias ni calles que lamenten la proximidad de mi muerte:
Está pues como encendido un reto; la muerte apuesta a ella sola sin el consentimiento de nadie. La calma es el rostro de mis años. Mis anhelos,son mi luz, mi defensiva.
Nunca amé más nada que lo entrecortado, lo opaco, la postergación. No adoré sino la mujer que amó como mujer, el ruído que divagaba queriendo ser melodía, la sonrisa disparatada que sólo jugaba a no ser reconocida, los cielos que morían por nubes sin sentido.
Mis pasos no han andado más que por huellas no pisadas, huellas dispuestas a un camino terminado. ¿Cómo cuál canto he de ser guiado ahora que la muerte me corresponde de veras?; librármela, desorientar su pasión por abrazar lo mediano, mi corazón. Mi corazón, mi corazón, gotero, meandro, aldea de espaldas a la ambición. ¿Cómo es que puedo sentir tenue habiéndome formado en el espanto natural, mayor; en el hogar de los cielos, las estaciones, en el templo materno de los nueve meses?
¡Maldición!, la muerte. La cabalgata del final, ¿advertirá siquiera la aparición de mis primeras pretenciones la hora en que recoja mis alas estériles, mis manos iracundas, iracundas, iracundas?.

DUERME

Duerme, agita su espacio bajo interrogantes, bajo una espera callada o un final que estará llegando de cualquier parte. Los ojos son apenas dos seres viscosos que miran desde atrás, que caen, que viajan sin luz ni reseña, duerme y no ve sinó lo que no se ve.
Duerme, sueña; muere de pensamiento como cuando el viento cesa de día, como el cielo cuando deja de continuar para los tontos en el horizonte. Descansa de los nombres de los elementos y sus formas rutinarias, aparece ausente en las superficies de lo que es, es así que no es; como cuando aguantamos la respiración en el agua instintivamente, peligrosamente, y besamos con uñas y cabellos el desagradable vértigo de la ausencia, como cuando no oímos sinó la oscuridad imprecisa del tiempo.
Llueve, pulula una distancia que ahora no existe entre su rostro y su alma porque están sosegados la fuente y los frutos de sus resoluciones.
No habla ni calla, no anda ni se aquieta, es la sombra de él mismo y de su vida, es su propia obra aguardando, son su nacimiento y su muerte buscando fundirse en el silencio.
Su cuerpo es una prolongación detenida que respira y nos observa desde la calma, es una letra, un astro, un utensilio que pertenece a cierto reino suspendido y sin sonido, que a nadie pertenece, que se pertenece en cada respiro de espera.
Duerme, duerme y ordena el universo con su ausencia.

TU SOMBRA

Mira cómo tu sombra maneja tan bien la tristeza, cómo se prende y se delata en ella misma, cómo la sangre opaca de su forma es un débil papel incinerado ahora, una tierna pluma de cuervo resignado gogando en la pared.
Tiene un sueño que no va más allá de sus devaneos locos por arrojar la nostalgia en el agua mansa de mis manos; yo soy una lámpara mojada que acariciará su deshilachada figura. Sabe bien que la integridad de todo lo humano, más que mis manos, sería su copa perfecta de agua llana; pero tu sombra, tu imagen mortal en la alegría, es poco soñadora como un ruido sin oyentes ni origen.
A partir de salpicar algo sobre la debilidad de sus movimientos (un escupitajo de carbón o un crujido fiero en la noche), a partir de bailarle a sus ensanchamientos, a sus achatamientos, a sus miramientos; forjaríale la felicidad como hábil ritmo, como un intento que no dé tregua al agobio de su penumbra en el alma.
Una cueva para tu modo, un encierro en el que tu figura gime como lengua negra y seca, una silueta sin color, un molde de piedra sin tiempo, mujer, es tu sombra, toda tu alma.

LA NOCHE SIN LUCEROS

LA NOCHE NO ESTA ESTRELLADA, la noche es una palabra que no sé cómo escribirla. Le he arrojado un lamento a las sombras, a la redondez de estas letras que enmudecen y enmudecen y no es ninguna calma la noche, no es el abrazo de amor de la penumbra. La noche es un río que le lanza piedras a mi boca, una vertiente de dudas que ya quisiera para el mediodía.
Sacudo mis sandalias y me interno bajo un techo que me detalla cierta malévola complicidad contra la noche, algo así como injurias hacia ella.
¿Quién quiere perlar ahora de loores a esta noche indebida?, ¿quién es guapo, ángel, hipócrita para mostrarle una sonrisa sin segundas intenciones a este cielo desdentado, a esta penumbra sin ojos de mirar?.
La noche es un gemido que enluta como espada despiadada el deseo y el sosiego. Espíritu indigno, esta noche escarcea, olvida su divinidad en un charco punzante, desolado.
Noche sin cauce ni respiro. Huida de la sinceridad de su poder. Ella sabe que fulgor es palabra, oriente, tierra de principiar, de escampar; mas funde su luz legada en un puño de egoísmo inconcebible, en una omisión asequible sólo por la ausencia y el descarrío.
La noche espanta los luceros y mi corazón es un demonio helándose en el recelo.

EL SOÑADOR

Fuera, a la vida, el tiempo es más real, la materia no es impalpable, ni los sonidos inútiles.
Fuera, la piedra dura duele además de ser; los hirizontes hablan, no se dictan; los amores no aparecen dibujados.
Los sentidos insultados son la diferencia, la barrera; éste, que dormita insultándolos, la construye; que vegeta meciéndose en manoseadas imaginaciones.
Este, dentro, morirá estéril. Las experiencias asistirán a su funeral asqueadas.


RENATO DANIEL CISNEROS SANCHEZ (Lima, PERU, 1976)

Estudió en el colegio «Carmelitas» de Lima y actualmente se encuentra cursando el tercer año de Filosofía. Tiene dos poemarios inéditos, «HABITANTE DE LA PALABRA» (1993) y «DESDE LA FRAGIL MEMORIA DEL AMOR»(1995). Piensa continuar con estudios de periodismo. Tiene en preparación un «CONTRAPUNTO» en décimas con José Luis Mejía.

PARA EL SOLDADO QUE HABITA EN MI CASA

Tu voz abre la puerta y se extiende.
Revuelve la memoria de las cosas que ya no nombramos.
Tu espada sigilosa es el mejor de los espejos.
Tu espada con tu voz son mi memoria.
Una tarde, la sombra de una mariposa atravesó tu carne.
El miedo escupió su negra sal sobre tus ojos, y pude al fin reconocerte.
Más padre que nunca. Viejo soldado.


TESTIMONIO

Pertenezco a una extraña especie de los hombres. Dicen que soy orgulloso todo el tiempo,
que mis palabras son fieras y golpean con el tibio aluminio de una noche desierta,
mas en mi cuerpo no cabe esa certeza.
Vigilo pacientemente el desorden de las cosas que me son inalcanzables. Prefiero nombrar una rosa antes que tocarla.
Y ciertamente, acumulo todos los instantes en un breve lugar del corazón.
Entre los ojos del alba y el humo inesperado de la tarde ocupo un cuarto y una larga franja de silencio,
donde no es posible forzar el rastro de un recuerdo y donde toda la ternura se hace largamente provisoria.
Soy feliz. Mis hermanos y mis padres siempre han sido mis aliados. Tengo una multitud de sueños persiguiendo las horas.
Poseo una muchacha desde siempre (aunque ella no lo sepa sobre la arena del sueño).
Nunca me faltan las trampas, nunca el trino encadenado a una luminosa ventana.

Una mosca atraviesa la sucia luz del dormitorio. Es una parte del dolor enredada en mi piel.
Conozco el dolor («Hace muchas lunas, cuando los Dioses sonreían antes de herirnos…»).
No poseo ninguna ventaja sobre su dedo que desespera y engaña.
Inútil esperar la luz que determina la ceguera o contemplar el mar más allá de las olas.
Para los hombres de mi especie,
después de una caricia o de una palabra de la lluvia,
resulta inútil bajar toda la guardia.

CONTRA LOS RECUERDOS COLGANTES Y SUJETOS

La malas lenguas dicen que soy poeta.
Que duermo bajo el blanco sortilegio de la Luna
porque su luz precede y condiciona mi tristeza.
¿Para qué hablar de las cosas que suceden?
Muchas de ellas son dagas hiriendo nuestra piel,
repentinas trampas que no cesan de asestarnos.
Mejor hablar de lo que aún no pasa.
Sin nombrar lo que perdimos o creímos poseer.
Hablar de los amaneceres que no transcurren todavía,
de los breves horizontes que no podemos contemplar.
Hablar tan suavemente, de una posible flor que tardará en aparecerse.
Quiero ver las palomas que husmean mi casa,
y enseguida olvidarlas.
Quiero agudizar mi tacto para reconocer
las cosas que hasta ahora son oscuras y pequeñas.
Tienen razón las malas lenguas.
Ahora sé que nada puede consolarme.

CREENCIA POPULAR

Cuando uno cree estar enamorado
todas las nubes son distintas cada día
y cada día es distinta la forma en que nos contemplamos.
Cuando uno cree estar enamorado
puede suceder una catástrofe sin que uno se dé cuenta.
La otra tarde, cerca de mi casa, un anciano narraba la hermosa
historia de amor.
Yo lo escuchaba atentamente, como un pequeño tigre acorralado.
Y las nubes fueron otras
y otro el color de mi casa derrumbada.

PARABRAS PARA REPETIR EN OTOÑO

En otoño
todas las puertas al final son una sola
que se abre o se cierra con el paso del tiempo.
Y las hojas no se libran de la bruma. Incluso las más fuertes
alguna vez encuentran una ola de niebla, un abismo.
Cada día los vientos borran el paisaje, quiebran en silencio nuestra voz,
separan de la gente algo de belleza y apartan sin piedad la húmeda canción que nace en nuestra boca.
Es en los vientos donde viajan los deseos,
donde recuerdos y visiones buscan un refugio apacible, un apacible rincón para perderse.
Cada día hay cuerpos que resisten al Otoño. Que confunden buenamente sus noches con noches ocurridas hace tiempo,
que desconocen el frío y la recia temperatura de sus huesos,
que persisten o batallan, que no desean partir sin decir cuando regresan.
Mis llagas han crecido. De niño siempre me enseñaron a pregonar entre los otros sin codicia, a frecuentar el mar,
a retratarme con todos mis hermanos. El Otoño me arrancó la verdadera felicidad.
Pero no bailo entre desperdicios. Muestro orgulloso mis labios inundados,
la corta melena que cobija mi memoria, mi cuerpo repleto de palabras.

Porque a partir de hoy habrá un viento fresco entre los vientos del Otoño.
Un suave aliento entre los muros de mi casa.

HALLAZGO DE TU CUERPO

He pasado muchos años contemplando la gente desde una ventana.
Soportando el chillido inacabable de mi cuerpo,
el desolado espacio de mi ardor.
Y apareces tú y aparecen tus manos como una hendidura de luz en la mitad de una cueva infinita.
Sólo la punta fascinante de tu brazo para borrar mis penas,
tan sólo el roce de tu voz para acabar con la silenciosa tortura de no verte.
¿Es imposible que me acerque siquiera a tu sombra?
Dolorosa es la condena de saber que tu respiración es una flor abierta
y que no hay forma posible de cogerla o arrancarla.
Defenderé los restos de este amor absoluto. Contra la púa del tiempo correré tras de ti,
porque a lo largo de los años, porque al despertar del más absurdo de los sueños,
termino comprendiendo que eres lo más dulce que he encontrado sobre la blanca mano de la tierra.

VIEJA HISTORIA DE UN NAUFRAGIO

De niño siempre pensé que si un hombre caía perdido en una isla
se terminaba acostumbrando a las temporadas de frío y de calor
y apoyado en una gran palmera observaba el atardecer.
Y contaba las colas de Sirenas que asomaban,
y que al final pensar en el regreso siempre resultaba una idea aburrida.

Ahora sé que los niños tienen sólo buenos sentimientos.
Hace dos meses que habito esta isla. Tengo miedo de la niebla y de la lenta certeza de mi soledad.
Cuatro tiburones rodean esta tierra.
Extraño mi hogar, mi compañera. Sólo espero la noche para descansar.

MI AMOR ENTRE LOS PAJAROS

Porque te quiero
todo lo aguanto
todo lo registro entre mis plumas
todo lo endulzo con tu nombre.
Porque te extraño
permito que me ignores
que laves mis alas con ceniza
que me abandones como a una cáscara.
El mar arrecia contra nuestro vuelo blanquísimo.
No hay ventanas ni dolor en qué posarse.
Nuestro amor fue un parque,
un verano rojo y un farol.
Una rama picoteada donde grabamos nuestros nombres.
Nuestro amor fue una lámpara
y hoy no es más que una ágil sombra.
Yo nada pretendo
nada exijo
a nada te fuerzo.
Pero la luz aún cuelga de tus dedos
pero tus dedos arrastran mis palabras
porque te extraño amor
y ciertamente
porque te quiero.

NARRACION DE UNA NATURALEZA

Un príncipe abandona su torre
y sortea con gran éxito los peligros latentes de un bosque encantado.
Todos alguna vez y en cierta forma somos príncipes avezados o lánguidas lechuzas sobrevolando un parque.
Cada mañana renuevo mis afectos, enumero mis miserias y lucho contra todo lo que pueda deslumbrarme.
Debo caminar y mantener iluminado mi camino. Debo designar un nombre para cada piedra en que tropiezo.
Debo lanzar bolas de yeso en las arenas
y ser de yeso o arena cada noche.
Debo aprender a respirar por las manos cuando la nieve cubra las pulpas de mis ojos.
Alguna vez debo de ser un príncipe. Real, agazapado, amurrallado, enrojecido.
Tendré una capa larga y azulina.
Y una mujer escondida para siempre entre los árboles.

MONOLOGO PARA UNA MADRUGADA

Tu mirada encaja en mis pupilas.
Tus pupilas caben en mis dedos.
Mis dedos frecuentan tus latidos.
Y todos mis latidos terminan de latir en tu mirada.
Porque digo querer pero no quiero.
Porque pienso robar pero no robo.
Porque sueño abrazar y aunque te abrazo
tus brazos quedan cortos a mis sueños.