Esta controversia sobre La Muerte, fue realizada a través del correo electrónico, entre los decimistas José Luis Mejía de Lima, Perú, y Francisco Henríquez, decimista cubano residente en Miami, EE.UU. La controversia tuvo inicio el día 18 de diciembre de 1998 en Miami y terminó en Lima el día 12 de enero de 1999. Duró veinticinco días, de cada uno de los cuales sólo se usaron minutos, debido a la facilidad del correo electrónico.
Según el profesor Maximiano Trapero, de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, fervoroso investigador de la décima y del verso improvisado y escrito, esta controversia (o contrapunto como se llama en Perú) pudiera pasar a la historia como la primera que se ha realizado a través del correo electrónico.
Francisco Henríquez
¿Hablar de nosotros dos?
¡Eso es demasiado pobre!
Es mejor que hablemos sobre
la muerte, la vida…o Dios.
F.H
La muerte la vida y Dios
serán así nuestros temas
¡y haremos tantos poemas
como podamos los dos!
J.L.M.
Índice
Enríquez: La Muerte I
Pero, el alma ¿adónde va?
¿Adónde, Señor, adónde?
¡Solamente me responde
una voz del más allá!
Jesús Orta Ruiz, El Indio Naborí
La Muerte I
¿Empezar un contrapunto
con décimas de respeto?
¡No creo que al esqueleto
pueda volver el difunto!
Sentirse muerto es asunto
que mucho temor inspira,
pero si es otro quien mira
nuestra muerte y no la ve,
debe ser porque al porqué
la cara siempre le vira.
Pasa así, porque los ojos
cuando ven una mortaja,
se imaginan que a la caja
subieron alma y despojos.
Y no es así: los cerrojos
sólo cierran lo mundano:
la torpe materia, el vano
mundo: la carne y el hueso;
pero el alma escapa de eso
y se esconde en el Arcano.
Pero la muerte no es base
de escalofrío o de asombro,
si se le palmea el hombro
y se le invita a que pase.
La muerte no tiene clase;
con fuego indistinto abrasa.
Lo mismo llega a la casa
del pobre que a la del rico,
y todo lo encuentra chico
cuando silenciosa pasa.
Pasa, nos envuelve y sigue
por los caminos del Orbe,
sin que a su figura estorbe
la sombra que la persigue.
Las víctimas que consigue,
después que las amedrenta,
les pone la vida en venta
sobre un balcón del ocaso,
y sonriente, con un vaso
de su sangre, se alimenta.
Francisco Henríquez
Miami, 18 de diciembre de 1998
Mejía: Huye lejos del ocaso
Mi buen y querido amigo
maestro genial inmenso
si me lo preguntas pienso
que la Muerte es un mendigo.
Tú que has sido el gran testigo
del tiempo de nuestra historia
conocerás que la gloria
de la Parca es el difunto
que la Muerte es un conjunto
de esqueletos sin memoria.
Tú que estás lleno de vida
nunca digas «cementerio»
que la Bestia sin criterio
puede besarte la herida.
Tú que juegas la partida
sin pensar en el fracaso
huye lejos del ocaso
del cadáver y la Muerte
tú que eres flor no hay mal fuerte
que te pise con su paso.
Así que no hay mas excusa
empecemos con la fiesta
que se prepare la orquesta
y las mozas y la Musa.
Si el silencio nos acusa
será culpa de los dos.
Ignoro si existe un Dios
en el cielo pero sé
que contamos con la fe
del encuentro sin adiós.
Entonces quedo a la espera
de tu verso -de tu canto-
del contrapunto que tanto
brillará esta primavera.
Muéstrame tú la manera
de alumbrar con alegría
dame tu sabiduría
exige todo a mi verso.
¡Qué conozca el universo
de Henríquez y de Mejía!
José Luis Mejía
Lima, 18 de diciembre de 1998
Enríquez: La Muerte II
Que no son muertos los que en dulce calma
la paz disfrutan de la tumba fría;
muertos son los que tienen muerta el alma
¡y viven todavía!
La Muerte II
Mirar la muerte con susto
no sólo nos causa daño,
sino que resulta extraño
y además lo creo injusto.
No la miento por mi gusto,
ni me preocupa mi muerte;
me preocupo por la suerte
de la humanidad sin guías
que muere todos los días
mientras, torpe, se divierte.
¡Observa esa muchedumbre
que ante nada se aglomera!
¿Ves que no le reverbera
ni un centímetro de lumbre?
Son los «hatos» de costumbre
que, hundidos en falsa fe,
ya del «cómo» y el «porqué»
no entienden la dimensión,
y no son más que un montón
de muertos que están de pie.
Pero cada instinto piensa
que es amo del universo,
y que con decir un «verso»
se llenó de gloria inmensa.
Tal actitud no compensa
la gravedad del segundo…
Porque un dolor muy profundo
la cara del hombre exhibe
cuando medio mundo vive
mientras muere medio mundo.
Cuando con profundidad
entres, conmigo, en el tema,
no tendrás ningún problema
porque en él todo es verdad.
Yo encuentro más realidad
en la muerte que en la vida:
la existencia es concebida
tras cierta acción de locura,
y la muerte, cuando apura,
siempre inventa una salida.
Francisco Henríquez
Miami, 19 de diciembre de 1998
Mejía: Sobre la Muerte y la herida
Muertos no son los que en la tumba fría
descansan en paz y calma
muertos son losq ue viven todavía
pero tienen muerta el alma.
Sobre la Muerte y la herida
Maestro como ninguno
concuerdo con lo que dices:
ignorar las cicatrices
del hombre no es oportuno.
Este mundo triste y bruno
que enrumba al despeñadero
con su lógica de acero
y con su culto al metal
merece ver al final
de tanto barro un lucero.
La existencia es sed que viene
como las aguas y va
siempre ajeno -nunca está-
ni llega ni se detiene.
No existe poder que frene
la corriente de la Vida
ni el matador ni el suicida
lograrán su cometido.
La Vida cobra sentido
sobre la Muerte y la herida.
Por más que alguno perverso
vaya destruyendo el mundo
queda Vida en el profundo
corazón del universo.
Rescatemos en el verso
lo más humano del hombre
que la canalla se asombre
en el sol de la bondad
y que reine la hermandad
siempre en el nombre del Nombre.
Así te dejo planteado
el problema de la Vida
-loca y absurda partida
toda a la suerte del dado-.
Te envío como recado
-en esta décima gris-
el Amor con que el de Asís
regaló a la Humanidad.
¡Tengas feliz Navidad!
Un abrazo. José Luis.
José Luis Mejía
Lima, 23 de diciembre de 1998
Enríquez: La Muerte III
Yo mismo, antes de nacer esta vez, seguramente
me había muerto más de diez mil veces.
Walt Whitman
La Muerte III
Si la muerte asusta tanto
a tantos muertos en vida,
dime ¿por qué se le olvida
después de verter el llanto?
¿Acaso es el desencanto
tan simple, tan natural,
que en el día del ritual
el cielo nos da licencia
para, sin más reverencia,
convertirlo en agua y sal?
Si al nacer se nos recibe
con cantos de dulce coro,
¿por qué al morir ese lloro
con tanta pena se exhibe?
La muerte, que se describe
como un evento de pena,
debemos pensarla plena
de rayos multicolores,
de suspiros y rumores,
bajo una noche serena.
¡Cuántos muertos de la idea
sin luz, sin alma, sin brío,
conforman el gran gentío
del mundo que nos rodea!
Todo aquello que nos crea
cierta unión con el misterio,
lo toma el hombre por serio
y lo adopta por consigna…
¡Cómo cuando se persigna
si se acerca al cementerio.
Por eso es bueno aprender
cómo pasar la existencia
sin absurda reverencia
por las cosas sin poder.
Tan solo el Supremo Ser
es quien todo lo ilumina
«pero no se determina
por grados de santidad».
¡El hombre en la eternidad
no sabe por qué camina!
Francisco Henríquez
Miami, 23 de diciembre de 1998
Mejía: Si la Muerte fuera un bien
«Si la Muerte fuera un bien
los dioses hubieran muerto…»
dijo el sabio. Noble y cierto
su conjuro del Edén.
Si todos en el andén
lloran con la despedida
será que siempre la Vida
-aunque hiere y envenena-
es más bella y es más buena
que la Muerte apetecida.
Concuerdo que muchos vagan
como sombras por el mundo
y en su existir infecundo
ni se libran ni naufragan.
Ni regatean ni pagan
ni reclaman ni se ofenden
ni hieren ni se defienden
pasan desapercibidos
sin labios y sin oídos
ni comunican ni entienden.
Que muchos vivan sin Vida
no hace más noble la Muerte
porque ni el roble más fuerte
siente más bella su herida.
Así la hoguera encendida
de la existencia es mejor
que el espacio sin color
y el infinito sin luz.
¡Antes que muerto en la cruz
vivo en la sed del amor!
Ignoro si un dios bendito
nos espera en las alturas
sólo conozco amarguras
en la Muerte y en su rito.
Sé que la Vida no es mito
es evidencia y verdad.
Así voy con ansiedad
defendiendo por los dos
a la más grande que Dios
¡nuestra hermana Libertad!
José Luis Mejía
Lima, 30 de diciembre de 1998
Enríquez: La Muerte IV
Mínima alma, tierna y flotante, huésped y
compañera de mi cuerpo, descenderás a esos
parajes pálidos, rígidos y desnudos… Tratemos
de entrar en la muerte con los ojos abiertos.
Marguerite Youcenar
La Muerte IV
Como resulta muy serio
caminar por el destino,
ya yo me aprendí el camino
de mi casa al cementerio.
Porque yo tengo el criterio
que eso debo hacerlo solo,
para que el humano dolo
que cubre el trágico tul
no manche el mármol azul
de mi amado mauseolo.
Quien pueda morir a solas
y en su cálido suburbio,
se salvará del disturbio
de las torpes bataholas.
No naufragará en las olas
del insondable oceano,
no hallará ningún tirano
que lo castigue, iracundo,
y podrá tener al mundo
sobre el cuenco de su mano.
Quien muere pidiendo ayuda
se vuelve un muerto adeudado;
y es que un muerto hipotecado
vive una muerte muy ruda.
No quiero pedir ayuda
porque al hacerlo sería
dividir la ilusión mía;
algo que es mío y valioso…,
¡Mira, yo soy muy celoso
hasta con la muerte mía!
Así que si un día parto
de repente, sin aviso,
me iré sin el compromiso
de un gozo que no reparto.
Mientras que viva comparto
casi hasta lo que no tengo…
por ahora me entretengo
preguntándome quién soy,
y a la muerte a verla voy:
¡diariamente voy y vengo!
Francisco Henríquez
Miami, 30 de diciembre de 1998
Mejía: Si he de morir en combate
Muerte yo te desafío
tu presencia no me extraña
me burlo de tu guadaña
y de tus huesos me río.
Nicomedes Santa Cruz
Si he de morir en combate
Si he de morir en combate
que me atraviesen mil balas
y que le crezcan las alas
de la Gloria a quien me mate.
Que la Muerte me desate
de las prisiones del suelo
que arroje su ardiente hielo
en mi pecho acribillado
y me iré como el soldado
entre la sombra y el cielo.
Muy solo o en compañía
en el monte o en el mar
por Amor o por amar
con pena o con alegría.
Morir a la luz del día
o en la noche silenciosa
es lo mismo. Si la rosa
muere en tierra o en florero
el dolor no es más ligero
ni la flor es menos cosa.
Mas si pudiera escoger
-entre las muertes- la mía
la mejor la encontraría
en brazos de una mujer.
Ni por fama ni placer
ni por el oro del mundo
sin embargo en un segundo
ofreciera mi existencia
por conquistar la experiencia
del Amor dulce y profundo.
Hacer de la Muerte un grito
de combate y de victoria
por la esencia -por la Gloria-
por el Amor y su mito.
Morir como fin del rito
es regla en esta partida
así que venga la herida
negra fiera brusca y fuerte.
¡Que no le corro a la muerte
aunque estoy lleno de vida!
José Luis Mejía
Lima, 5 de enero de 1999
Enríquez: La Muerte V
No temáis una muerte gloriosa
que morir por la patria es vivir.
Letra del Himno Nacional de Cuba.
La Muerte V
Quieres morir en combate
y desde el vencido puesto
tener el hermoso gesto
de gloriar a quien te mate.
Eso prueba que en ti late
pura sangre nacional,
y que no ves como un mal
la muerte, si la prefiere
el hombre justo que quiere
morir junto a su ideal.
La sangre de un muerto abona
los nuevos árboles. Lleva
fértil savia de agua nueva
hacia la arrasada zona.
En donde se desmorona
cualquier palacio longevo,
pronto encuentra su relevo…,
porque renacer contagia,
y así, por arte de magia,
se alza un edificio nuevo.
Morir no es perder acción,
por el contrario, el deceso
se mira como un proceso
de exacta renovación.
Sin esa transformación
la humanidad no existiera,
porque si nadie muriera
con su proceso normal
el mundo fuese un erial
en donde nadie naciera.
Morir con una mujer
es una muerte distinta,
más si la dejas encinta
y es la madre otro ser.
Mueres para renacer
(proceso que yo comparto…)
Tú te iras por un infarto
que pesa como una cruz,
y otro viene con la luz
maravillosa del parto.
Francisco Henríquez
Miami, 6 de enero de 1999
Mejía: No deja de ser verdad
No deja de ser verdad
que la Muerte es necesaria
porque la vida precaria
no pierda su identidad.
Si nadie en la humanidad
muriera la situación
fuera la saturación
de costa montaña y sierra
se condenara la Tierra
con la superpoblación.
Sin embargo no prospera
la idea en mi corazón
morir es la condición
de nuestra humana cojera.
Que si la Muerte no fuera
el mal que conozco cierto
los dioses hubieran muerto
sin vivir eternidades.
La verdad de las verdades:
La Muerte es un gran desierto.
Verdad. La sangre es abono
que fertiliza los suelos
del que se dio en sus anhelos
sin envidias -sin encono-.
Pero igual. Nunca perdono
al que hiere a mis hermanos
a los cobardes gusanos
que nos emboscan traidores.
Mi bandera sin colores
es baldón contra tiranos.
Morir es malo no hay duda
pero todo ser creado
nace preso -condenado-
y no hay Dios ni sol ni ayuda.
Ante la Parca que muda
alienta nuestro final
queda el extraño ritual
de la Mujer concebida.
Ante la Muerte la Vida
es el único caudal.
José Luis Mejía
Lima, 6 de enero de 1999
Enríquez: La Muerte VI
Mientras la muerte es más natural, es más bella.
La muerte solitaria es imponente;
la muerte urbana es ridícula.
José Martí, New York 1888
Todo camina hacia la muerte por la senda de la vida,
y a cada ser que se hunde, responde un ser que alza.
José Martí, New York, 1884
Necesidad de la muerte (La Muerte VI)
Medio mundo está de acuerdo
que la muerte es natural;
dejemos que el funeral
del loco siga al del cuerdo.
Pero estoy en desacuerdo
que tú le llames cojera,
a la forma más certera
de caminar: ese paso
que nos conduce al parnaso
de la vida verdadera.
Morir no es malo; si fuera
malo morir, tanta gente
que se va tempranamente
con igual prisa volviera.
Mas no es así, de manera
que les gusta el paraíso,
porque ningún compromiso
los ata para quedarse,
y bien pudieran mudarse
de apartamento o d piso.
Ya ves que los que se van
ni murmuran ni regresan,
y es porque les interesan
los lugares donde están.
Por los siglos estarán
en sus últimas moradas,
con las almas encantadas
donde nadie los moleste,
sin enfermedad, sin peste
y entre figuras aladas.
Los dioses son el reflejo
de los que están muertos ya,
y andan por el más allá
sin fruncir el entrecejo.
Tal vez el alma de un viejo
que fuera noble en la tierra
es hoy un dios que se aferra
vagando el predio divino,
y dando luz al camino
del que por creyente, yerra.
Francisco Henríquez
Miami, 7 de enero de 1999
Mejía: Nunca fue la discrepancia
Nunca fue la discrepancia
entre amigos un motivo
para lanzar fugitivo
el afecto a la distancia.
Pero dejaré constancia
en este fiel contrapunto
que aborresco lo difunto
que sé -que la Muerte es mala-
que es hiedra negra que escala
sin límites y sin punto.
Si no regresan los muertos
no es por la dicha lograda
es que en el mar de la Nada
no hay estaciones ni puertos.
No hay Paraíso ni huertos
de celestial armonía
sólo ausencia y lejanía
sólo dolor y tristeza.
La Muerte es una maleza
y es mucha su felonía.
No porque tenga la Muerte
más cerca seré más blando
yo me atrinchero en el bando
de la Vida inmensa y fuerte.
Ni la ciencia ni la suerte
me librarán de la Parca
pero dejaré la marca
de mi existencia en el mundo
antes que el barro profundo
hunda mi sed y mi barca.
La Muerte es mala es olvido
es una casa vacía
noche eterna nunca día
fuego fatuo consumido.
La Muerte es fruto podrido
es sentencia y es fracaso.
Mas cuando llegue mi ocaso
recibiré su saludo
sin quejas y sin escudo
y daré el último paso.
José Luis Mejía
Lima, 7 de enero de 1999
Enríquez: La Muerte VII
Intento darme la muerte
porque a los muertos envidio,
pero me espanta el suicidio
porque morir es no verte.
Antonio Plaza, mexicano
No es obligación morir (La Muerte VII)
Nadie te obliga a correr
los caminos de la muerte,
pero no es cuestión de suerte
sino de un sacro quehacer.
Cualquiera puede nacer
y a la vida sonreír,
pero es triste concebir
que la muerte se detenga
porque un corazón no tenga
dignidad para morir.
Para morir hay que estar
vivo y hasta con salud;
morir es una virtud
no una sombra ni un pesar.
Negarlo es querer cambiar
las ecuaciones de mundo;
el hombre vive un segundo
comparado con lo eterno;
si muere y no va al infierno
duerme en silencio profundo.
No es tristeza ni ironía
la muerte que Dios depara,
porque Dios la manda para
controlar la ecología.
De lo contrario sería
inhabitable el planeta,
y el mundo fuese una prieta
mancha de hombres hacinados,
hambrientos y aniquilados,
en donde nadie vegeta.
Todos, egoístamente,
queremos vivir la vida,
sin que sea compartida
con el triste y el doliente.
Pero no debe la gente
tomar más de lo que es suyo;
yo estoy consciente, yo intuyo
que entre tu suerte y mi brío
yo cargaré con lo mío;
tú cargarás con lo tuyo.
Francisco Henríquez
Miami, 7 de enero de 1999
Mejía: No soy cobarde ni enfermo
No pretendas, Ulises preclaro, buscarme consuelos
de la muerte, que yo más querría ser siervo en el campo
de cualquier labrador sin caudal y de corta despensa
que reinar sobre todos los muertos que allá fenecieron.
La Odisea, palabras de Aquiles a Ulises
No soy cobarde ni enfermo
No soy cobarde ni enfermo
me encuentro cuando te digo
que la Muerte es un mendigo
y aborreciéndola duermo.
Sobre el arenal tan yermo
luce un niño moribundo
que me enfado -me confundo-
no comprendo la existencia
y repito en mi experiencia
que morir es infecundo.
No falta la dignidad
en mi rojo corazón
y me sobra convicción
para morir de verdad.
Pero repugna a mi edad
ver muertos adolescentes
ver fuegos incandescentes
apagados por la sombra
¡duele escuchar cómo nombra
una madre a los ausentes!
Concuerdo con lo ecológico
de tu divino Hacedor
pero es más grande el Amor
que tu concepto ideológico.
Puede ser metodológico
eso de sembrarnos muertos
pero los patios desiertos
de masacrados muchachos
no comprenden los empachos
de los campos ni los huertos.
Insisto. Morirse es malo.
El acabarse es absurdo.
La Muerte es algo tan burdo
que lejos de Ella me instalo.
Sea golpe -sable o palo-
sea pura enfermedad
sea vejez -orfandad-
sea la Muerte que sea
mi intelingencia golpea
con implacable maldad.
José Luis Mejía
Lima, 8 de enero de 1999
Enríquez; La Muerte VIII
Lenta la muerte que por mortal viene
desde el sórdido latir de la noche,
impía oscuridad que se detiene
sobre la etérea vida, sin derroche.
Daniuska González
No hablo de muerto matado
simplemente muerto, muerto. (La Muerte VIII)
La muerte no es para ti
que estás joven todavía;
yo no quiero ni querría
que te marcharas de aquí.
Mucha fuerza y frenesí
te sobran para luchar,
y si aún le puedes dar
tu ayuda al pobre que llora
no debes marcharte ahora
sin tu agenda terminar.
Esos que mueren matados
por violencia de hombre fiero
en los muertos que yo quiero
no se hallan representados.
Ni los niños ultrajados,
ni las mujeres violadas
y después asesinadas
están las muertes mías…
No serán esas sombrías
muertes, por mi voz contadas.
Yo hablo de la muerte augusta
del que ya cumplió su edad,
y sufre una enfermedad
que le duele y lo disgusta.
Del que padece y se asusta
sobre una silla de ruedas,
y ya gastó las monedas
de entusiasmo que tenía
y encuentra oscura y vacía
la paz de las rosaledas.
Morir prematuramente
es un acto contra Dios.
Eso entre nosotros dos
no lo vemos diferente.
Lloro por un niño ausente
que se nos marcha de prisa,
al cortarle a la sonrisa
los hilos por donde sube…
¡Cuando fallece un querube
Dios se queda sin camisa!
Francisco Henríquez
Miami, 8 de enero de 1999
Mejía: Hay un tiempo para todo
A la Muerte no le temas
cuando pase por tu calle
sin la voluntad de Dios
la Muerte no mata a nadie.
Popular
Hay un tiempo para todo
Hay un tiempo para todo
-acepto que lo que me dices-
tiempo para ser raíces
y tiempo para ser lodo.
La Muerte de cualquier modo
es mala pero concuerdo
que el vivir no es un recuerdo
es energía en acción.
No me sirve el corazón
si envejecido me pierdo.
También coincido Maestro
en que lo muertos matados
son triste golpe de dados
y el más infame secuestro.
Va aclarándose lo nuestro
ya sabemos que los dos
vamos en busca y en pos
de la dignidad humana
sea en mi fuente pagana
o en tu espíritu de Dios.
Morir como fin del viaje
es nuestra esencia y por eso
acá dejamos el peso
las deudas y el equipaje.
La Muerte que es un ultraje
es la que llega de prisa
muerde cobarde no avisa
y marchita juventudes.
Muerte negra sin virtudes
que ofende maltrata y pisa.
Si encontramos nuestro sino
para llegar a un consenso
no seré torpe si pienso
que andamos por buen camino.
Alzo la copa de vino
por el último difunto
miro tus ojos pregunto:
¿Dará más nuestro poema?
Y quedo esperando el tema
del próximo contrapunto.
José Luis Mejía
Lima, 12 de enero de 1999