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La cita, RAFAEL ALBERTI «A un Capitán de Navío» (fragmento)
Buen marinero, hijo de los llantos del norte,
limón del mediodía, bandera de la corte
espumosa del agua, cazador de sirenas,
todos los litorales amarrados del mundo
pedimos que nos lleves en el surco profundo
de tu nave a la mar, rotas nuestras cadenas.
RAFAEL ALBERTI
«A un Capitán de Navío» (fragmento)
ATENCION
Vientos salinos van llegando, desde el norte, desde el puerto, allá donde amanece más temprano, como en los campos; allá donde los hombres son más puros en contacto con lo cotidiano, con lo simple, con lo bueno, con lo de siempre; allá donde se crea y, en adición, se cree, se espera, se forja la esperanza; allá donde el mar cuenta a los viejos pescadores sus secretos; allá donde las olas son propicias; allá donde recalan los poetas.
Nada nos diferencia. Todo nos une. Algunos son literatos (al parecer, los menos), otros (los muchos) acaso son barqueros, pescadores, marineros, hombres de oficina, pensadores, labradores del campo, ingenieros y obreros, cirujanos; hermanos todos de un sentir distinto, de un instinto que lleva, que nos lleva, que nos hace cómplices de un mismo derrotero.
Hoy el puerto nos habla, mañana será el cerro; que todos digan, fuerte, su palabra, que nadie se acobarde; probablemente nadie nos escuche, pero nos queda que al caer la tarde el viento se entusiasme con nosotros y sople nuestros cantos por los aires.
RICARDO ALFREDO AYLLON CABREJOS (Chimbote, 1969)
Estudió en el colegio «Inmaculada de la Merced» de Chimbote. Luego siguió la carrera de Derecho y Ciencias Políticas en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, de la cual es Bachiller desde 1994. Reside en el puerto.
Ha sido ganador del II Concurso de Poesía Popular auspiciado por el INC de Chimbote en 1992. También ha triunfado en el II Concurso «El Poeta Joven» de Chimbote en 1993, organizado por el Concejo Provincial del Santa. Ha publicado artículos periodísticos en «El Diario de Chimbote» y poemas en la Revista «Altamar» de Chimbote.
Tiene varios poemarios inéditos, entre ellos, «PALADARES», «PLIEGOS DEL FIN DEL MUNDO», «ALMACEN DE INVIERNO», «CRIATURAS EN EL PUERTO», del que hemos extraído algunos poemas, y «POCAS PULGAS», su último trabajo, el cual presentamos a continuación.
POCAS PULGAS
la impaciencia
Alma remendada sin miramientos,
manija instalada a la diabla,
juego de furia,
escándalo.
Rompesilencio,
espacio insano,
fuego.
Las ratas carcomen su lecho,
su vientre de tiempo para el hombre,
para el tiempo.
la risa
Se han velado los sentidos.
Se juega a morar sin morada serena,
sin pensar estos segundos.
Garganta y garganta,
dientes y materia.
Se juega, en cuota fija, a sonar;
a pintar los ojos desde los labios,
a diluir las luchas,
a transgredir los escollos,
a espantar la atmósfera,
a olvidar.
Se exclama desde la sangre
un dulzor en los sentidos.
el diálogo
Sones de las ideas,
el reloj mide en una mueca el espacio entre labios y ademanes.
Y,
desde donde fuman las equidistancias y discordancias,
gotea el tráfago acompasado de ese estado.
Resuello de las inteligencias
-las paredes son señoras decorosas-
viaje circular interesante.
Bisbis.
la fiebre
La noche ha sabido caer armada de demonios;
la sequía de sus lenguas,
el fuego de sus frentes,
de sus sueños, sus axilas.
La noche,
negro sol del inconsciente;
la noche entrometida reseca los paños centígrados,
sus demonios destilan
(trasnochan)
la cama.
nadie dice.
el llanto
No porque es desconsuelo,
mas bien porque es el único hombro líquido de los ojos.
la contemplación
Vasto canto de piedra,
silencio de perfil.
El rostro de los ojos es primordial,
distante absoluto de las titilaciones,
maestro del sueño pleno.
Oh, los ojos,
los ojos endiosados e inocentes representando su
representación nata;
Oh. los ojos,
observar el Cielo.
el consuelo
Alma que de noche
empoza agua tibia en
nuestras manos.
Vigilia,
poyos que las aves guardan
en sus alas compartitivas.
la paciencia
Honor de la exactitud.
El tiempo organízanos para el desfile de la espera.
Nadie sabe coger más de las horas
que aquel que las sostiene de reojo.
Fiera fascinando
con su acecho.
la esperanza
Debió amanecer de día
debió levantarse la voluntad poseída de ramas húmedas,
de cierta sonrisa blanca y verdadera.
Debieron regarse aromas que sudaba la confianza;
nacería de vegetales que no fatigan,
la esperanza.
el canto
Para que tengan razones los golpes,
para que tenga un porqué algún goteo camino hacia el olvido,
o un grito sin espacio en los sentidos.
Para que sean oídas las confesiones insondables,
o los lenguajes apretados,
o las noches con motivos.
la tos
Razón de calor suficiente en la garganta,
sin alma, sin nombre.
El canje bellaco, a veces, de la risa.
Los dedos sonantes cadavéricos puntiagudos azarosos
retahílicos sempiternos rojilíquidos panfletarios
del pulmón.
Y
la garraspera,
su rabo ramplón.
la lucha
El sol, que define su origen.
El mar, que continúa infringiendo.
El león, que acrecienta su fama.
Las uvas, definiendo aún su alegría.
El hombre,
ay,
de todas las mañanas.
el baile
Certamen de un sueño:
canturrean los cerebros agradecidos,
los tarareos comparten los pies,
definen las sangres su desparpajo,
obnulan sus orígenes,
sonríen sobre un
charco cantor.
Orquesta todo lo que se llame razón.
el beso
Búsqueda de lo que se instala
en los completos rostros,
como un grito.
Temor de los labios de que nada nazca
para arriba o para abajo.
Tomates rellenos,
salivas que arden como hojas en la noche.
O él o ella,
desesperados de mierda.
Un canto,
un silencio no tan erecto.
el temor
La palabra que no baila,
nuestros ojos sin templos ni espejos,
la batalla anunciada en el retrete,
la espina vencida por metal ideal.
Un flagelo recae en la noche al llamado de la sangre.
CONFIDENCIAS DE LAS ISLAS
El mar es un dios que
ora a nuestros pies,
nadie lo sabe.
Ruega intercedamos por él y
por los hombres;
ruega desde su oleaje.
desde la boca de los lobos,
pidamos descargos por
su afrentosa
su perpetua disolución,
nadie lo creería.
Reconoce su falta,
su lascivo pacto con el hombre,
su orilla tentada,
sus aguas licenciosas.
Sin embargo como divinidad,
como dios menor,
no estará compelido a penitencia,
lo sabemos;
su sanción la inició,
irreverente,
al no maldecir tres veces el desarraigo de
su primer pez,
al dar de abrazos a las barcas.
IMPRECACIONES DE LAS LANCHAS
Se nos han tullido las ganas y el temor,
a muchas.
Se nos concibió alguna vez para beber de
las empresas y
esmerar la libertad;
mas aquí nos hallan
abochornadas de rutina
dormitando como piedras en la arena.
Se nos engañó: ¡ea, embarcaciones,
vosotras,
las útiles!;
se nos ofreció el tesoro que otorga el sol,
la versión de los ocasos;
pero aquí se descascaran ígnaras
nuestras fuentes.
Sabiendo como amamos la conmoción de
las tormentas,
se nos abisma a las amarras del estío;
conociendo nuestro indómito origen,
se nos ha subyugado a la cordura.
En vano las gaviotas,
la retórica de sus cantos;
vanas las ventanas que
improvisa el horizonte;
inútiles, las historias que
esmeran a las olas.
Ya no sabemos esperar,
estamos pereciendo con la
proa ensangrentada,
con nuestros sometidos cascos
varados de ansiedad.
HERMANDAD DE COISHCO
A Coishco le parece gran cosa Chimbote
cuando es lo mismo;
es fábricas, también, sus desembarcos y sus calles.
Y nadie puede decir nada malo de Coishco,
escribir grande en la arena:
«Pobre Coishco, pobre nombre»,
nadie.
Se sabe que han habido años de su humo
esparcido por la boca de todos:
«…ese Coishco, que produce tan igual que Chimbote».
Pero Coishco se siente mal
con la misma tierra metida en los dedos de sus mujeres,
con las mismas desesperanzas repartidas a lo Dios;
se siente menos,
cuando ambos son lo mismo,
la misma cosa.